--Ha elaborado guías, ha impartido ponencias, ha organizado cursos e incluso atendió durante cinco años a reclusos infectados de VIH en la cárcel. Es toda una experta en la enfermedad.

--Simplemente, he dedicado toda mi trayectoria profesional a combatir la enfermedad y he estado siempre muy vinculada a las mujeres seropositivas, especialmente en dar respuesta a los temas que más les preocupan. En ese sentido, las jornadas EVhA, el mayor encuentro que se celebra en España de mujeres con VIH y especialistas médicos, puestas en marcha por distintas oenegés y cuya quinta edición se celebrará en abril, juega un papel especialmente relevante.

--Se dice de usted que es una de los especialistas médicos mejor valorados por las mujeres con VIH

-- Se abordan los temas que más preocupan a las mujeres, tales como la maternidad, la sexualidad, la calidad de vida, las relaciones sociales y laborales o el estigma. Pero en esa cita solo hago lo que vengo haciendo desde que empecé en este asunto, en 1987 y ya no lo he dejado. Disfruto de mi trabajo.

--¿Cuál ha sido la evolución de la enfermedad durante estos 30 años?

--Es alucinante. He vivido una época en la que no existían conocimientos sobre métodos de diagnóstico y todo ha ido avanzando de forma paralela. Pasamos de tener que aprender medicina paliativa en la década de los 90, cuando los pacientes no tenían tratamientos antirretrovirales, a disponer de un arsenal de ellos, lo que provoca que, para el paciente que se diagnostica precozmente, la expectativa de vida sea igual que la de cualquier persona de su edad y sexo. Y es para estar agradecida de que una investigación fructífera haya convertido una enfermedad inicialmente mortal en crónica.

--¿Cómo está Aragón en relación al resto de comunidades en tratamiento de la enfermedad?

--Como en toda España porque, afortunadamente, no hay restricción en el tratamiento del VIH y un paciente es tratado aquí igual que en cualquier otra comunidad o que en Estados Unidos, con la salvedad de que, aquí, el tratamiento es gratuito.

--¿Y en incidencia?

--Hay que tener en cuenta que una cosa es el sida, cuando la infección ya está desarrollada, y otra los nuevos diagnósticos de VIH, con criterio de enfermedad o infección. El registro dice que, desde hace tres o cuatro años, aparecen alrededor de 110 nuevos infectados de VIH anualmente, lo que dice que la prevención está fallando. El miedo que había antes al sida, con el que se asociaba a la muerte, se ha podrido. No hay precaución y se tienen conductas de riesgo. El reto es, precisamente, reducir esos nuevos casos y pregonar que el VIH ya no tiene aquel perfil de paciente toxicómano u homosexual, sino que puede afectar a cualquier persona que entre en contacto con una situación de riesgo. De hecho, ahora la población infectada por vía sexual es la inmensa mayoría y solo el 6,5% lo contrae por compartir jeringuillas.

--¿Y en lo que respecta solo a mujeres?

--Ahí estamos por encima de la media. En Aragón, un 26% de los nuevos infectados son mujeres, cuando en España ese porcentaje es del 23%. Si en la comunidad hay cerca de 3.000 infectados por VIH, alrededor de 750 son del sexo femenino.

--¿Alguna razón en particular?

--No existen factores específicos. En este sentido, el embarazo supone una gran oportunidad para el diagnóstico precoz y las pruebas que detectan el VIH ya se aplican en toda España.

--¿El estigma sigue ahí?

--Sin duda. Es lo más preocupante. La impresión del entorno, saber si te van a descubrir incluso tus propios hijos... porque hay gente que lo oculta también a su familia porque, lamentablemente, no se considera el VIH una enfermedad crónica más como una diabetes, por ejemplo, sino que arrastramos el concepto histórico de que estas personas se lo han buscado y eso provoca un bloqueo en relaciones sociales, laborales o personales. hay miedo. Ha mejorado, pero sigue existiendo un rechazo al paciente a nivel poblacional y la mujer lo vive con más ansiedad y preocupación.

--¿Cómo valora la supuesta curación de una niña en Estados Unidos?

--Con cautela y prudencia porque hay datos muy contradictorios. Se habla de una curación funcional de una niña que al nacer se le detecta el virus sin que este haya sido transmitido de la madre al feto y que, tras un tratamiento de 18 meses, se comprueba que ya no tiene el virus. La duda es si realmente se ha conseguido que el virus desapareciera con un tratamiento precoz y este procedía de la madre.

--¿Cree que habrá cura en el futuro?

--Aparte de vacunas terapéuticas, por las que un paciente puede liberarse por un tiempo de recibir tratamiento de por vida, hay otra línea en la que se está trabajando y creo que va a llegar, que es la erradicación, aunque no sé cuándo. Hablamos de curación funcional a personas recién infectadas a las que se le administra un tratamiento con tres fármacos y, cuando se les retira este, el virus convive con él pero sin hacer daño y en una situación latente.

--¿Afecta a esta enfermedad también los recortes?

--Conseguimos que la cantidad de gasto por paciente sea aceptable. No tenemos presión o amenaza de recorte en ese sentido.