Monet, el artista que jugaba con las luces en sus cuadros, fue ignorando la gama de colores fríos y acabó centrándose en los cálidos. Podría ser porque el acabado le gustaba más en estos tonos, pero da la casualidad de que padecía de cataratas. Esta patología consiste en que el cristalino pasa de ser transparente a opaco, de forma progresiva y en el proceso es como un filtro amarillo.

L oftalmóloga Carmen Fernández Jacob ha estudiado este caso y el de otros seis artistas y los ha recopilado en el libro La patología ocular en la pintura a través de la historia clínica oftalmológica. Esta compilación ha sido una de las protagonistas en la edición 93 del congreso de Oftalmología ya que fue presentado el pasado viernes ante los 2.500 expertos que asistieron al acto. «Me encanta el arte y la pintura y llevo 11 años leyendo su correspondencia y su historial clínico», señaló.

El texto saca a relucir como grandes autores con problemas oculares hicieron todo lo posible para seguir con su vida: pintar.

«Monet era consciente de que no veía igual con los dos ojos y comenzó a jugar con las diferentes luces que le proporcionaban», explicó la doctora. Sin embargo, «el arte es muy subjetivo» por lo que «no se pueden hacer suposiciones únicamente con su obra. Se necesita su historial clínico y, sobre todo, su correspondencia porque a través de ella, se puede conocer muy bien a la persona y saber de sus dolencias, aunque no haya acudido al médico», afirmó Fernández Jacob.

Natural de Madrid y oftalmóloga en el hospital La Paz de la capital española, Fernández Jacob está muy vinculada a las tierras aragonesas. Ya desde bien pequeña comenzó a visitar Zaragoza, y poseía una segunda residencia en la localidad turolense de Albarracín.

Todo por la pintura

Otro de los autores analizados en la publicación es Edgar Degas, que sufría una degeneración macular que le cegaba la visión central de la retina, lo que impide leer, escribir y, lo más importante para él, pintar.

«Si analizas la evolución de la obra, las primeras pinturas están muy detalladas y conforme aparece su enfermedad y va avanzando, comienza a volver de espaldas a sus protagonistas y a jugar con los contraluces», expresó Fernández Jacob.

No obstante, la enfermedad avanzaba y Degas tuvo que ir adaptándose a las nuevas circunstancias. «Fotografiaba a sus modelos para seguir pintando, cambió su técnica del óleo al pastel y, al final, terminó esculpiendo, ya que le resultaba más fácil», declaró la oftalmóloga madrileña.

Tras el análisis de los siete autores en total que ha incluido en el libro, Degas es el claro ejemplo de superación, para Fernández Jacob, ya que podría dar «más ejemplo a las personas que tienen problemas visuales, porque cada obstáculo que se le presentaba, él buscaba una manera de seguir pintando y darle un sentido a su vida. Algo que tendríamos que hacer todos».

Conforme pasa el tiempo, las enfermedades aumentan, las patologías ópticas no se quedan atrás. En Aragón, las cataratas y el glaucoma son las que más se tratan pero se han presentado síntomas de otras patologías que antes no tenían tanta incidencia, como es el ojo seco.

«Hoy en día, nadie está exento de una enfermedad ocular y lo primero que hay que hacer es poner los medios necesarios para atajar la patología pero, el resto de visión que te queda, depende de la mente y de cómo la puedes estimular», asegura la analista.

El libro no solo recopila historias, sino que es una ventana para aquellas personas que sienten como sus vidas se limitan por alguna patología.

Permite descubrir a grandes artistas que miraron para otro lado y se enfrentaron sin importarle sus barres.

El arte de la pintura es una muestra de ello.