En tan solo 7 segundos la campa en la que estaba situada la Pirotecnia Zaragozana, en Casetas, quedó arrasada. En ese breve espacio de tiempo se produjeron las ocho explosiones que acabaron con la vida de seis trabajadores y otros seis resultaron heridos de diversa consideración.

Ese es el último dato con el que trabajan los especialistas en desactivación de explosivos de la Guardia Civil en Zaragoza (Tedax), tras realizar un análisis sismológico de la tierra. Una rapidez en la propagación que demostraría, según fuentes consultadas por EL PERIÓDICO, que el calor de la onda expansiva fue la que aumentó el poder destructivo el pasado 31 de agosto de este año.

Aunque ya ha pasado un mes desde que se produjera esta tragedia laboral, los investigadores continúan en la zona cero, recogiendo pruebas y analizándolas. Una vez confirmado el efecto del calor, todavía queda por determinar la temperatura exacta, ya que trabajan con una horquilla entre los 500 y 2.000 grados centígrados. Un infierno que pudo tener una duración de dos segundos.

Otra de las cuestiones que se desconoce y en la que están trabajando los Tedax es sobre el porqué se produjo la explosión inicial y si actuó algún componente externo --papel de algún trabajador-- o químico como acelerador. La respuesta no será fácil, tal y como admiten los investigadores, debido al mal estado en el que quedó la campa de 12 hectáreas que están cribando. Parten del hecho de que ese origen tuvo lugar en la zona de secado de la pólvora, que es la más peligrosa puesto que es el proceso más delicado al estar los materiales aún inestables.

El propio sargento jefe de este grupo, José Luis Millán, señaló a este diario que recordaba casos en los que se pudo corroborar que el empleado que estaba manipulando la pólvora había sufrido un desmayo o infarto, si bien en este caso "va a ser imposible". El informe final será entregado a la magistrada del Juzgado de Instrucción número 10 de Zaragoza de cara a definir responsabilidades civiles o penales.