Llega el verano y, aunque los mercurios justo empiezan a repuntar ahora, las ganas de los zaragozanos de disfrutar de espacios al aire libre y de las veladas a la luz de la luna son evidentes. En la capital aragonesa, dos espacios se reparten el protagonismo: las azoteas de edificios emblemáticos que ofrecen sobrecogedoras vistas de la ciudad, o las terrazas que miran al Ebro, con la Basílica del Pilar como telón de fondo.

Zaragoza sigue la estela de ciudades como Madrid o Barcelona, en las que los bares y las terrazas a pie de calle se trasladan a las azoteas, para ofrecer, además de un espacio al aire libre, una burbuja de aire fresco y libertad varios pisos por encima del ardiente asfalto.

Es el caso de la terraza del museo Pablo Serrano de Zaragoza, que vuelve a abrir sus puertas este verano. El Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneos (IAACC) comenzó sus Noches de Verano la pasada semana con la Noche en Blanco. Desde entonces, todos los viernes y sábados previsiblemente hasta las fiestas del Pilar-- la terraza estará abierta al público desde las 19.00 horas hasta la medianoche.

Reservas

Otro museo, el CaixaForum, también abrirá su terraza al público, en este caso todos los jueves de julio y agosto, con distintas actividades. Quienes quieran disfrutarlas deberán reservar plaza y pagar 6 euros en el caso de los conciertos y 4 para el cine al aire libre (la mitad para los clientes de La Caixa).

Además de estos dos museos, varias cadenas hoteleras ofrecen terrazas en sus instalaciones. Es el caso del apartotel Los Girasoles, ubicado en el centro de la capital, y del hotel Hiberus, con espléndidas vistas al Ebro. En ambos, la oferta cambia y su principal gancho no es la actividad cultural, sino las vistas.

En la planta 8 de Los Girasoles se encuentra una pequeña terraza, famosa por sus vistas y su gastronomía. Según explicaron desde la dirección del apartotel, la mayoría de sus clientes son zaragozanos, y su encanto se escapa todavía a los turistas. Ofrecen bebidas, menús gourmet y cenas y eventos hasta un máximo de 60 personas. Aunque tampoco tienen cifras cerradas porque harán balance a finales del verano, constatan que el interés por su espacio ha aumentado, pese al viento y las bajas temperaturas recientes.

En la terraza del hotel Hiberus, justo al lado del Parque del Agua y a la orilla del Ebro, afirman que el volumen de reservas se ha mantenido estable en los últimos años, aunque constatan un ligero cambio en las costumbres y un aumento de la demanda del brunch, un almuerzo ligero que puede tomarse en la terraza. Las posibilidades del espacio, que ofrece también cafetería y restaurante, han aumentado la demanda en los domingos.