El líder de Podemos en Aragón, Nacho Escartín, tiene un problema dentro de la formación que todavía no ha podido despejar. El pasado miércoles desvió todos los focos hacia al grupo municipal de Zaragoza en Común (ZeC) por el polémico viaje personal a Nueva York cargado a la cuenta del partido por parte de su coordinador, Guillermo Lázaro. Pese a ser el secretario general en la capital aragonesa y de que iba acompañado de la número dos en el organigrama de Aragón, la secretaria de Organización, María José Calderón, el líder podemista intenta finiquitar el revuelo sin que, por un lado, se haya abierto un solo expediente para aclarar lo sucedido, a ninguno de los dos, descartado desde el principio. Y sin que ninguno de ellos haya planteado su salida del partido, pese a que se han quedado solos alegando que esta acción se desarrolló en el desempeño de su trabajo y no como representantes políticos.

Lo primero sí que se llegó a plantear, incluso por el propio Lázaro, pero no el 18 de abril que fue cuando, según Escartín, tuvo conocimiento la dirección del partido de la factura cargada durante ocho meses en la cuenta de ZeC. Una semana antes, el propio secretario general de la formación morada fue alertado de la existencia de una prueba irrefutable de esa factura, que desde el 19 de marzo había desaparecido de la contabilidad del grupo municipal al abonar Lázaro los 2.814,02 euros que costó el viaje a Estados Unidos con su pareja. Una foto, la foto que acabó provocando la renuncia de ambos.

SU EQUIPO LE RESPALDÓ // Sin embargo, abrir una investigación interna habría supuesto trasladar la polvareda a Madrid, ya que no existe una comisión de garantías en Aragón que lleve estos asuntos. Lo hacen desde la dirección nacional y esto debía solventarse en el ámbito doméstico.

Además, el ya exsecretario general en Zaragoza descartó abandonar el partido atendiendo los consejos de sus propios compañeros. No era una cuestión baladí, ya que se trataba de asegurar también la continuidad del equipo de Lázaro, que se mostró en contra de que renunciara a la secretaria general por una cuestión que debía circunscribirse exclusivamente a su puesto de trabajo en el consistorio zaragozano, no al interior de la formación morada. Pero él ya tenía una decisión tomada, y su pareja también.

Las presiones que venía sufriendo desde que accedió al cargo orgánico en octubre (el mismo mes en que realizó el viaje a Nueva York) eran importantes y esta polémica agotó su paciencia. De haber renunciado en bloque su equipo en Zaragoza, habría tenido que ocuparse una gestora y, de nuevo, pasar por Madrid.