Hará falta un verdadero milagro para salvar a Podemos y a su dirección de esa peligrosa trampa que ellos mismos han preparado, montado y cebado: una moción de censura sin opciones ni aliados ni otro objetivo que no sea escenificar la combatividad parlamentaria del partido.

Aunque en estos tiempos nunca se sabe. Es todo tan volátil y tan imprevisible que al final la británica May se ha estrellado en unas elecciones que pensaba ganar por goleada (y eso que el sistema mayoritario de Reino Unido ha disimulado el empate técnico con el bueno de Corbyn y sus laboristas, que se quedaron a dos puntos porcentuales de los conservadores). La política actual se desarrolla bajo el signo de la incertidumbre. Y lo mismo que hace bien poco la neofascista francesa Le Pen llegaba a la final de las presidenciales, acojonando al personal, ahora está en duda si podrá formar grupo parlamentario en la futura Asamblea.

Tampoco se ha llegado a confirmar si hoy el PP repetirá la jugada de Madrid (ningunear a Podemos y repartir estopa sin complejos), o bien usará el debate como una manera de relanzarse. Porque Rajoy y compañía están muy tocados, y solo aciertan a mantenerse en pie aferrándose con patriótica desesperación al torpe desafío soberanista en Cataluña. La derecha viene diciendo que la moción de Iglesias&Montero está dirigida en realidad contra el PSOE. Pero eso no se lo cree nadie, y menos los socialistas renovadores, que son conscientes de cómo Pedro Sánchez va de remontada y tiene por delante tiempo y opciones para ganar espacio electoral. Y si Podemos se estrella hoy contra sus propias limitaciones (carece de un programa creíble y de portavoces convincentes), el porvenir de las izquierdas volverá a oscilar aunque sea sin dirección fija.

Desde que Errejón fue relegado, el podemismo ha perdido frescura y pegada parlamentaria. No se sitúa bien en la agenda informativa. Carece de equipos que aporten conocimiento técnico y creatividad política en el día a día. Los acontecimientos se lo ponen fácil, sí; pero hoy no está claro si podrán, o no podrán