Los agentes del Grupo de Estupefacientes de la Policía Nacional que desmantelaron, en el 2013, un invernadero con capacidad para 450 plantas de marihuana y un laboratorio industrial de speed en Anento reiteraron ayer que el cabecilla de la banda era Óscar Crespo, aunque este lo niegue.

Los investigadores afirmaron que tanto los pinchazos telefónicos en los que se le escucha dar órdenes, así como las vigilancias que practicaron lo corroboran. No obstante, quisieron añadir que este joven llegó a «colaborar» con ellos el día de la detención, ya que «contó hasta que tal producto lo usaba para el PH o que los 23 kilos de metanfetamina hallados fueron confesados. Cuando entramos en la nave, nos dijo hasta dónde estaba la nevera en la que se encontraba la droga», añadió uno de los policías.

También resaltaron que la cifra de los 100.000 euros que Óscar Crespo tuvo que invertir en la puesta en marcha de estas instalaciones de elaboración de sustancias estupefacientes la dio el propio encausado.

Junto a los agentes, los especialistas del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) presentaron sus informes en los que señalaban que no se puede determinar con exactitud si el supuesto líder de esta banda narco era consumidor, tal y como declaró el propio enjuiciado, a partir de los análisis de pelo que se le realizaron. No obstante, afirmaron que el comportamiento del mismo responde al de una persona que ha realizado un policonsumo de drogas.

Óscar Crespo se enfrenta a una pena de 14 años de prisión y multas de hasta 2,5 millones de euros. Fue el único procesado, de los nueve encausados, que no quiso llegar a un acuerdo con la Fiscalía. Admitió que en su haber tenía 400 gramos de anfetamina, 213 gramos de cocaína y dos kilos y medio de hachís, pero que eran «para el menudeo con el que se pagaba el alquiler de la casa y para consumo». Sus compañeros de banquillo aceptaron penas de entre dos y cuatro años de cárcel.