Arturo Beltrán Picapeo, el polifacético emprendedor aragonés, que dirigió un variopinto conglomerado compuesto de empresas periodísticas, taurinas, inmobiliarias, hoteleras, hosteleras, del metal e incluso vitícolas, falleció ayer en Madrid, a los 72 años, como consecuencia de un cáncer. Por si fuera poco, también contribuyó al nacimiento de la primera gran superficie comercial de Aragón, Alcampo.

Beltrán, que deja viuda y cuatro hijas, veló sus primeras armas en la política, de la mano de UCD, partido al que entró como independiente y por el que fue concejal dos legislaturas en Utebo, su lugar de nacimiento, en los años 80 del pasado siglo.

Pero donde destacó fue en su vertiente emprendedora, que cultivó hasta el final de sus días. Al morir, el empresario figuraba con cargos en ocho empresas, desde consejero delegado a presidente o administrador único, lo que da una idea de su intensa y variada actividad a lo largo de su existencia. "Fue un hombre emprendedor hasta el límite", manifestó ayer el doctor Carlos Valcarreres, que lo definió como "una buenísima persona".

Valcarreres recordó que en los 80 Beltrán se hizo con la gestión de la plaza de toros de Zaragoza, que mandó cubrir para que la feria del Pilar se pudiera celebrar sin estar siempre a expensas de los cambios de tiempo. "Fue el primer coso taurino que se cubrió en España", subrayó este amigo del fallecido, visiblemente afectado por la pérdida.

Pero la plaza de toros de Zaragoza, que dejó en medio de una controversia con la Diputación Provincial sobre el pago de la reforma, solo fue una de tantas operaciones de Beltrán relacionadas con el mundo taurino. Hasta su muerte ha gestionado como propietario la madrileña plaza de toros de Vista Alegre, convertida además en escenario de importantes eventos deportivos y culturales.

En Zaragoza ha poseído edificios emblemáticos, como el que acogía el restaurante La Mar, en la plaza de Aragón; el Gran Hotel y otro inmueble de viviendas y oficinas situado en el paseo de la Independencia.

"Era un hombre amigo de sus amigos", comentó también el doctor Valcarreres. Y esta faceta suya la demostró sobradamente cuando en el 2002 ofreció un puesto de trabajo en una de sus múltiples empresas, Palumi, SA, al exdirector general de la Guardia Civil, Luis Roldán, cuando estaba a punto de obtener el tercer grado penitenciario. El ofrecimiento nunca se materializó, pues el consejo de administración se opuso a esta decisión. Pero Beltrán siguió adelante con su idea, como haría muchas veces en su vida profesional, y ayudó a Roldán "a título personal".

En los últimos años, amplió su trabajo en la promoción inmobiliaria y una de sus empresas acabó salpicada por la trama de corrupción urbanística y de tráfico de influencias de La Muela, en la que figuraba como imputado. Por otro lado, su intensa actividad empresarial no pasó inadvertida para ETA: su nombre apareció en 1997 en una lista de secuestrables hallada en el zulo donde estuvo preso el funcionario de prisiones Ortega Lara.