No madrugue hoy, si puede quédese un ratico más en la cama, aunque seguro que tiene que ir a trabajar, si es usted uno de los afortunados o afortunadas que dispone de empleo en estos tiempos tan convulsos, si no, levántese y ojee estas líneas tranquilamente con su cafelito y su cruasán o una magdalena. Decía yo lo de no madrugar, porque con lógica, hoy por la mañana no hay procesiones, ni hoy, ni ninguna mañana hasta el jueves, es lo que tiene lo que yo llamo la etapa de Semana Santa laboral. Esta tarde sí que podremos disfrutar de unos cuantos Via Crucis y alguna que otra procesión.

Como dice el titular de hoy, hablaremos de los instrumentos que ponen banda sonora a nuestra Semana Santa. Con respecto a los tambores no hay duda alguna, llegaron a Zaragoza de la mano de la cofradía de Las Siete Palabras, que en 1940, año de su fundación, sacó a la calle los primeros doce que sonaron en nuestras calles. Según relatan las crónicas la gente opinaba que era un sonido atronador... imagínense si escucharan ahora las interminables filas de instrumentos de cofradías como la Columna, Descendimiento, Prendimiento o la propia Siete Palabras, setenta y muchos años más tarde. Y fue precisamente su fundador, Mosén Francisco Izquierdo Molins, oriundo del Bajo Aragón, quien puso grandísimo interés en traer este instrumento a tierras zaragozanas.

No eran tambores como los actuales, eran de cuerpo de lata con aros de madera y parches de piel, que sonaban de manera hueca, con el tiempo se le pusieron bordones bajo el parche para que el sonido fuera más rico y con las nuevas tecnologías llegaron los parches de plástico, los cuerpos de aluminio, la fibra de carbono y demás actualizaciones que corren como las de los móviles.Cada año hay novedades.

Matracas y carracas

Doce también fueron los primeros timbales de nuestra Semana Santa, corría el año 1964, cuando la Cofradía de la Piedad hizo gala por primera vez de este instrumento que tanto renombre le ha acarreado desde entonces.

Con el bombo, la cosa no está tan clara. Durante un tiempo hubo dos versiones, el calandino, es decir el que todos conocemos y se usa actualmente, y otro, el bombo tensado con varillas, al estilo de los de las bandas de música. Convivieron un breve espacio de tiempo y finalmente se asentó el estilo aragonés, que en buena ley es más coherente, digno y, sobre todo, se lo garantizo yo, que lo uso cuatro meses al año, mucho más ligero. Fue en los inicios de los años 70 cuando el bombo apareció entre las filas de las Siete Palabras y el Prendimiento.

Matracas y carracas (que no carraclas) son la reminiscencia de los instrumentos que se utilizaban en los oficios denominados de tinieblas, anunciando la Pasión y Muerte de Cristo, creando un estruendo tal que recordara al temblor de tierra que hubo a la muerte de Jesús. Hoy en día las cofradías del Ecce Homo y de la Entrada de Jesús en Jerusalén hacen gala de estos instrumentos.

Cornetas y heráldicas responden al uso de las mismas por parte de las bandas militares que solían acompañar a los pasos antes de la aparición de tambores y bombos. Porque mucho antes había procesiones también y eran bandas de música, bandas militares y coros de ministriles los que acompañaban a los pasos.

He de decirles que, cuenta la tradición, que lo de que haya bandas, secciones de instrumentos o piquetes acompañando las procesiones, parece enraizar en la tradición de que un piquete de timbaletas (tambores de parche de piel) acompañaba a los condenados a muerte hasta el cadalso. Seguro que tienen esas imágenes en la mente de películas de romanos, medievales y demás en las que algún ajusticiado sale en procesión para escarnio público hasta su lugar de ajusticiamiento. Al fin y al cabo, nosotros, en nuestras procesiones, hacemos lo propio, acompañando a un Jesús condenado a muerte. Este año, dos cofradías celebran su cincuenta aniversario acompañando a sus imágenes con sus secciones de instrumentos: la Columna y la Crucifixión.

Quizás por eso de acompañar a Cristo en su camino hacia la muerte, haya tantos Via Crucis dentro de nuestros desfiles procesionales. Hoy, concretamente cinco de las siete cofradías que salen a la calle en modo Via Crucis.

Como colofón a esta crónica de hoy quisiera acabar con la frase de un buen amigo cofrade, Javier Aguilocho: «El tambor y el bombo no están hechos para tocar, están hechos para rezar». Ahí queda.