Luisa Fernanda Rudi fue de las primeras en llegar al hemiciclo. Era viernes y tenía por delante la última sesión de control. José Ángel Biel, sin embargo, ya estaba allí, solo en la Mesa, presidiendo la Cámara. "Nos vemos mañana en Cretas, ¿no?, le preguntó a la jefa del Ejecutivo, mientras dejaba su escaño para conversar con ella; un goteo de diputados empezaba a llenar el plenario.

Ayer fue Cretas, en la inauguración de la feria del vino, en la insólita comarca del Matarraña, pero la presidenta lleva ya varias semanas con una intensa agenda, en la que alterna sus labores como presidenta del Gobierno, con las de la líder del PP en Aragón. La maquinaria popular funciona a pleno rendimiento. Los conservadores son conscientes de que deben dar el resto si quieren ya no ganar las próximas elecciones, sino más bien garantizarse un resultado que les permita, al menos, sumar con otras fuerzas.

Y en esa estrategia, el PP pone en el tablero a su principal valor: Luisa Fernanda Rudi. Su potencial como marca, pese al desgaste, se impone al de las siglas de su partido, muy dañadas tras cuatro años de recortes e innumerables casos de corrupción. Creen los conservadores que la presidenta, que no se ha visto salpicada por ningún escándalo, sigue manteniendo inmaculada la imagen, aunque admiten que algunos fiascos, como el incumplimiento del déficit, han terminado por erosionarla.

Rudi que se presentaba como la gran gestora ha terminado por encallar en la hacienda pública. De ahí que buena parte del discurso del PP y de la propia presidenta se centren desde hace meses en resaltar la buena posición relativa que tiene Aragón respecto al resto de comunidades autónomas. Esa será la senda. La jefa del Ejecutivo insistirá hasta la saciedad en que fruto de los esfuerzos, la comunidad ha logrado salir de la crisis, y que ha sido gracias a las políticas de contención impuestas por su Gobierno.

Los populares saben que tienen que apretar los dientes si quieren recuperar el terreno perdido durante estos cuatro años. Los anuncios de los últimos días van en ese sentido. De especial calado es el pago de la extra del 2012 a los funcionarios, un colectivo clave para los conservadores, y al que quieren hacer suyo después de tenerlo toda una legislatura en el ostracismo. Pero esta semana ha habido también guiño y promesa económica para la Universidad de Zaragoza. Y no hay que olvidar la rebaja fiscal aplicada en este ejercicio por el Ejecutivo del PP.

Todo es poco para recuperar el terreno perdido durante estos cuatro años de dura crisis. Rudi se empleará a fondo; de hecho ya lo está haciendo. Recorrerá todo Aragón, pero se centrará especialmente en Zaragoza. El día 10 de abril presentará al candidato a la Alcaldía de la ciudad, Eloy Suárez e iniciará una agenda urbana para recobrar la compostura electoral. Las previsiones que manejan los populares en la capital son pesimistas; es donde pierden más terreno en favor de Ciudadanos y observan con preocupación la pujanza de las fuerzas de la izquierda, no ya del PSOE, pero sí de Podemos.

En el ayuntamiento podrían ser, de nuevo, la fuerza más votada, pero con una pérdida de concejales importante. Y la Diputación Provincial de Zaragoza podría perderse si la izquierda logra, como parece un acuerdo multilateral. Parecido sucedería en el consistorio. De ahí que el objetivo es, ante todo, dejar de perder apoyos, recuperar a los descontentos y presentar a Rudi como la mejor garantía para que las cosas funcionen. Algunos cambios ya se han visto en los primeros actos preelectorales, escenificados con dinamismo y modernidad. Los populares necesitan vender la imagen de que el tono gris de la crisis es ya el pesado; que la recuperación es ya una realidad y que ha sido gracias al Gobierno del PP, que ha sabido aplicar la dura medicina que ahora permitirá entrar de lleno en una nueva dimensión. Y si esa dimensión es azul y con gaviotas, mejor.