Los presupuestos han llegado a las Cortes y los distintos consejeros están defendiendo con habilidad unos presupuestos restrictivos y que, por primera vez, se han reducido respecto a ejercicios anteriores. En el seno del Ejecutivo había cierto temor a conocer cuál sería la impresión de la sociedad y la oposición ante unas cuentas que todo el mundo reconoce que no son buenas. "Y pensábamos que iban a ser todavía peor", apunta una persona que conoce bien de cerca su gestación.

El descenso inversor generalizado se ha justificado con un conejo sacado de la chistera y, en principio, les está dando resultado: no hay dinero pero se sacará. Habrá partidas extrapresupuestarias. Y con ese argumento algunos consejeros han dado la vuelta a las cuentas. Es el caso de Obras Públicas o Medio Ambiente. Dos áreas tradicionalmente inversoras que, sin embargo, han sufrido una gran merma en esta ocasión. Es lo que tienen los números: que se pueden contemplar de distintas maneras y siempre hay cuentas para todos los gustos.

Solo un consejero ha expuesto sin tapujos su disconformidad: el de Agricultura, Gonzalo Arguilé. No es la primera vez que lo hace. De otro modo, lo ha hecho el Departamento de Ciencia, Tecnología y Universidad. En este caso, la institución académica ha contribuido alimentando las críticas a la bajada presupuestaria. Y algunas fuentes apuntan que sí ha habido una víctima de estos recortes. Es el caso del gerente del Salud, Juan Carlos Bastarós, quien presentó su dimisión hace un mes. La gota que colmó el vaso sería su disconformidad con la confección de los presupuestos para la sanidad aragonesa.

Pero salvo estos dos casos, el resto ha defendido con una sorprendente normalidad sus cifras para el año 2010. La oposición, como siempre, ha estado incisiva, pero tampoco ha hecho sangre con el recorte global del 2%. Es más, casi son más duros con la forma de presentar los presupuestos que con su contenido. Una crítica generalizada es que se han presentado muy tarde, fuera de plazo. Y sin tiempo para que la oposición pudiera estudiar con tiempo las diferentes partidas. No les falta razón. Noviembre no suele ser el mes en el que llegan a las Cortes. Habitualmente eso sucede en octubre.

El retraso, aunque no se justifique, sí tiene una razón de ser: los ajustes de última hora, las peleas casi céntimo a céntimo entre departamentos. De hecho, el consejero de Economía, Alberto Larraz, ha tenido que contemporizar con la práctica totalidad de sus colegas de Consejo de Gobierno. "Ha habido discusiones, pero eso es algo que pasa todos los años. Todos los departamentos quieren más dinero y al final tienen que ceder. Pero ha habido comprensión y todos han sido muy responsables en un año que no era nada fácil", señalan desde el Ejecutivo.

La oposición ha planteado un argumento común: "No son unos presupuestos para superar la crisis". Se refieren a que la reducción del gasto corriente está bien (hay voces que piensan que este recorte se debía haber producido años antes, incluso en periodos de bonanza económica) pero que no se puede reducir la inversión pública, la única capaz de aliviar la recesión. Y es ahí donde vuelve a salir ese conejo de la chistera: "No hemos apuntado la inversión en el presupuesto pero negociaremos partidas extraordinarias que nos permitirán mantener el nivel de los últimos años".

Algunos círculos de la cultura sí se levantaron en contra de la merma de ayudas al sector. Pero el Ejecutivo autonómico temía que el mes de noviembre fuera un reguero de protestas de pequeñas asociaciones y entidades que dependían en gran parte de las subvenciones y que verán peligrar en muchos casos su supervivencia por el recorte. Se esperaba desde el Pignate--lli una ofensiva que ya tenían asumida. Sin embargo, se ha producido en menor medida. Tal vez en el 2010, cuando estos recortes se hagan visibles, surjan más voces de protesta.

Los directores generales de los departamentos llevan desarrollando un trabajo de persuasión desde hace varias semanas. Intentan convencer del porqué de estos recortes y la imposibilidad de atender las demandas de todas las entidades que dependen --legítimamente-- del dinero público. Su trabajo ha dado frutos. Ha habido menos quejas de las previstas y, en tiempo récord, los números saldrán adelante.