"Al principio pasas vergüenza, luego te relajas porque ves que todo el mundo a tu alrededor va igual, y al final es una explosión. Piensas: ¡Me he atrevido!". Así relata Pilar su primera vez en una marcha ciclonudista, hace cuatro años, pero reconoce que la sensación de adrenalina se pierde las veces siguientes.

Algo parecido les ocurre a los ciclistas que van por las aceras y que por fin se atreven a dar el paso a la calzada. "Cuando lo pruebas y te quitas el miedo te das cuenta de que es más fácil y rápido que ir por la acera, y ya no lo dejas", afirma Borja Vicente, portavoz de la Coordinadora de Colectivos Ciclonudistas de Aragón. Esta marcha alcanzó ayer su novena edición, una protesta original para evidenciar la debilidad de los ciclistas cuando circulan por la calzada y reclamar un tráfico menos agresivo.

La pequeña locura iniciada hace casi diez años en Zaragoza por una treintena de sinvergüenzas --nunca mejor dicho-- ha llegado hasta las agendas mundiales de las protestas en defensa del medio ambiente.

Primerizos

Este año son otros los que se estrenan sin ropa sobre las dos ruedas, como Beatriz o Andrés, quienes ya están entrenados en eso de moverse por la ciudad en bicicleta, aunque reconocen que tiene sus dificultades. "Voy por la calzada, pero a veces tengo miedo. Para quitármelo, me pongo chaleco reflectante y los coches me respetan un poco más", dice ella.

Él se trajo la bicicleta de Albacete hace apenas un año. "Ya la utilizaba allí y al ver que aquí cada vez más gente la usaba me animé. Sé que hay que ir por la calzada, pero hay tramos muy peligrosos y algunos coches son agresivos. Quiero ir tranquilo y no sentirme culpable por ralentizar el tráfico", comenta.

Ambos coinciden en que es una forma divertida de protestar. Y aunque pueda dar un poco de corte al principio, al final la liberación merece la pena. "Es un acto de libertad", afirma uno de los manifestantes veteranos.

"No tienen pudor"

Nunca llueve a gusto de todos, y menos en estos casos en que el decoro se pone en entredicho. "Nos parece una falta de pudor y de respeto", espetan unas jóvenes a los ciclonudistas desde la acera de la Gran Vía. "Si quieren protestar, pueden ir en bici pero normales", dice otra señora.

Los mirones esperan impacientes la salida de la marcha, como Jesusa, que les aplaude y les grita con cariño: "¡Atrevidos!". Otros van año tras año armados con cámaras. No hay nada peor que quedarse con las ganas.