Alejandro Menéndez Romero y su amigo Alejandro Andrés volvieron ayer a verse en los pasillos de la Audiencia Provincial de Zaragoza, después de que el primero de ellos le diera a probar una droga, hace dos años, que casi le cuesta la vida al segundo. No se dirigieron la palabra, si bien el joven de 25 años, admitió que había usado a su colega de cobaya y, por lo tanto, aceptó ser condenado a cuatro años de prisión por un delito contra la salud pública y el pago de una multa de 1.500 euros. En un primer momento se enfrentaba a seis años de cárcel y el pago de una multa de 3.000 euros, si bien el tribunal aceptó que se le aplicara la atenuante de drogadicción. Fue después de que los magistrados y la Fiscalía analizaran un informe médico presentado por la abogada de la defensa, Virginia Muñoz.

Los hechos que reconoció el joven de 26 años tuvieron lugar un 10 de junio del 2015 cuando Alejandro Menéndez Romero acordó una cita con su víctima en el parque Miraflores de la capital aragonesa. Se conocían ya que el procesado ya le había vendido anteriormente marihuana, así que le dio a probar un líquido que llevaba en el interior de una botella de plástico en la que, según el enjuiciado, llevaba éxtasis líquido. Al tiempo que le daba le espetó: «Toma, y si te gusta, ya hablaremos». Le dio solo un sorbo, si bien el joven sufrió dos fallos cardíacos y llegó a estar en coma. Y es que en el interior de ese recipiente había 1.4 butanodiol, un compuesto utilizado para la fabricación de compuestos plásticos.

El uso de esta sustancia como droga ya ha sido detectado en otros países europeos y en Estados Unidos. La sustancia, que también se ha usado irregularmente como anabolizante, tiene efectos desinhibidores, y está prohibida en varios países.

La droga que llevaba Alejandro Menéndez Romero tenía un valor de 1.300 euros en el mercado ilegal. El Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía en Aragón concluyó que el joven estaba tratando de averiguar la dosis correcta del químico como droga, para su venta.