La elaboración técnica de las noticias, especialmente en los medios audiovisuales, prescinde casi necesariamente de la descripción, y por eso no siempre es fácil hacernos una idea física, panorámica, del lugar donde sucede tal guerra o catástrofe. Y, sin embargo, la geografía de los lugares en litigio ha sido, históricamente hablando, tan importante como su devenir político o bélico. Si no, que se lo pregunten a Aníbal (Los Alpes) Alejandro (India), o Napoleón (Rusia).

Tim Marshall, considerado como uno de los periodistas con mayor experiencia internacional, tras veinticinco años como corresponsal de innumerables guerras y un amplísimo conocimiento sobre el terreno de algunas de las regiones más inhóspitas del planeta, acaba de publicar un libro muy interesante: Prisioneros de la geografía (Península), que se lee con gusto y aprovechamiento.

Marshall abre su ensayo con Rusia invitándonos a reflexionar sobre cuáles serían los aspectos que le impiden convertirse realmente en una potencia hegemónica, para citar enseguida, como causante, al Ártico y su gélida influencia en buena parte del territorio gobernado con mano de hierrro por Vladimir Putin.

En China, sin embargo, el autor reparará en que la carencia de un verdadero poder naval es el factor que limita buena parte de sus aspiraciones expansivas. El hecho de que entre China e India no haya estallado jamás un conflicto invasor lo explica Marshall en base a la barrera natural del Himalaya, elemento disuasorio de cualquier veleidad de agresión mutua.

El capítulo dedicado a Estados Unidos sirve de ejemplo para explicar cómo determinadas decisiones estratégicas le llevaron a establecerse como superpotencia actual en dos de los grandes océanos. Europa, por el contrario, «nos demuestra el valor que tienen las llanuras y los ríos navegables a la hora de generar lazos culturales capaces de poner en marcha el mundo moderno», mientras que Africa simbolizaría el caso más emblemático de los perniciosos efectos que causa el aislamiento.

Marshall acompaña sus reflexiones y argumentos con vívidas descripciones de los territorios que ha visitado, reconocido como corresponsal, lo que aporta a su libro un aire testimonial de autenticidad y frescura.

Para viajar por todo el mundo con sensación de peligro.