Hubo una época, todavía reciente, en que era difícil ver cigüeñas en Aragón. Pero la protección de que estas aves gozan a nivel europeo y autonómico y la expansión de los regadíos, entre otros factores, han producido una proliferación de la especie. Hasta el punto de que sus nidos, a menudo colocados en campanarios y postes eléctricos, han empezado a ser un problema.

Se calcula que en Aragón puede haber hoy 1.500 parejas de cigüeñas blancas, si bien el último censo, que data del 2004, registra un total de 1.200 parejas. "La población ha crecido estas últimas décadas, pues en los años 80 del pasado siglo en la provincia de Zaragoza solo se tenía constancia de 59 parejas", apunta José Antonio Pínzola, coordinador de aves de la Asociación Naturalista de Aragón (Ansar).

El crecimiento de la población de cigüeñas es el argumento que emplea el Obispado de Barbastro para tratar de devolver a la torre de la catedral, que está declarada monumento nacional y bien de interés cultural (BIC), el aspecto que tenía antes de que la ocuparan seis nidos de estas aves.

"La torre se visita por el interés de su interior y también como mirador de la ciudad, del entorno y del Pirineo", señala Enrique Calvera, encargado de patrimonio en el Obispado barbastrense, que sostiene que los nidos impiden recorrer el campanario en condiciones adecuadas.

La solución que ha diseñado el Inaga consiste en retirar cuatro de los seis nidos e instalar dos plataformas en el exterior de la torre donde puedan anidar las aves. Pero esta medida no es del agrado del Obispado. "Se trata de una intervención agresiva y que además supone adosar dos estructuras pesadas a un edificio que el público viene a visitar por su interés artístico, no por las cigüeñas", explica Calvera.

La sustitución de los clásicos nidos de cigüeña, que pueden pesar media tonelada, por plataformas especialmente construidos para ellas es una de las medidas adoptadas con más frecuencia para evitar los daños en edificios religiosos y en otros monumentos.

Este remedio acaba de aplicarse en Alfamén, en el Campo de Cariñena, donde el ayuntamiento ha invertido 6.000 euros en la colocación de una estructura metálica con una especie de cesta. No muy lejos, en Calatorao, en la comarca de Valdejalón, se ha construido junto al río una torre metálica con la intención de que se muden a ella las ocupantes de los 18 nidos que sobrecargan la cubierta de la iglesia parroquial. La idea es colocar en la torre nidos artificiales que las atraigan para que no entren en el casco urbano.

En Ejea de los Caballeros la proliferación de cigüeñas y de palomas comunes son "un auténtico problema", asegura Juan Carlos Navarro, concejal de Medio Ambiente. "Hace ya varios años que sufrimos una auténtica invasión de cigüeñas y tratamos de ahuyentarlas colocando elementos disuasorios y mediante ultrasonidos, pero su número sigue creciendo", lamenta.

"Antes era un ave de paso, pero desde hace unos años, a raíz sobre todo de la introducción del cultivo del arroz, ya no migran a lugares más cálidos en busca de alimento", explica el concejal, que dice que las cigüeñas construyen sus nidos en cualquier punto de Ejea, principalmente en los antiguos silos de cereal.

Uno de los pueblos más frecuentados por los cigüeñas, Alcolea de Cinca, en la provincia de Huesca, abordó el problema de forma radical a principios del 2013. Por orden municipal, se empleó una grúa para desalojar los 39 nidos que había sobre la iglesia, una acción que provocó que Izquierda Unida llevara el caso ante las Cortes de Aragón.

Sin embargo, según Pínzola, el hombre y la cigüeña pueden convivir sin problemas. "Con buena voluntad y respeto al medio ambiente todo se puede arreglar", subraya.