La llegada del calor, el descenso del cauce del río y el aumento de las algas fluviales en el Ebro son los tres ingredientes perfectos para la proliferación de la mosca negra. Para evitarlo, el Ayuntamiento de Zaragoza inició ayer las labores de prevención en el tramo urbano de la capital aragonesa.

La escasez de lluvias y la ausencia de avenidas ordinarias han impedido que el río se haya limpiado de forma natural. Al no haber corriente suficiente para arrastrar los macrofitos, su acumulación y estancamiento en el cauce ha generado un escenario ideal para que la mosca negra deposite en ellos sus huevos, propiciando su reproducción y propagación. También la del mosquito.

El Instituto Municipal de Salud Pública realizó las primeras prospecciones el 4 de mayo en el río Gállego. Al ver que el volumen y la densidad de larvas era superior al recomendado, se inició el tratamiento. El día 9 se hizo la misma revisión en el tramo urbano del Ebro y ayer se pusieron manos a la obra para evitar su proliferación. Según indicaron desde el área de Medio Ambiente, el proceso tendrá que repetirse entre dos y tres veces ya que se prevé que este año su presencia vuelva a ser elevada.

Hacía dos años que la mosca negra había dado una tregua a la capital aragonesa como consecuencia de las riadas, que habían arrastrado la acumulación de macrofitos en el río. La primera actuación contra este insecto se realizó en el 2008, cuando se esperaba una gran afluencia de público a la Expo del agua. No fue hasta el 2011 cuando volvió a reaparecer. Ese año, junto al 2012, han sido hasta ahora los que más problemas han originado, con un gran número de ciudadanos afectados por su mordedura -que no picadura-, ya que genera graves reacciones alérgicas.

El tratamiento se ha realizado desde Juslibol hasta el azud, con paradas en lugares de gran acumulación de macrofitos como la pasarela del Voluntariado o el puente de Piedra.

Por ahora se han utilizado 260 litros del compuesto, 200 en el Ebro y 60 litros en el río Huerva. Se repetirá entre dos y tres veces más. El producto utilizado es un biocida que afecta exclusivamente a las larvas de mosca y mosquito, el bacilo thuringiensis. Se trata de una alternativa ecológica que se utiliza en la capital aragonesa desde el año 2011, normalmente siempre en esta época del año, cuando comienza a hacer más calor.

Este larvicida natural frena su desarrollo y no afecta al resto de la flora y fauna del río. Según explicaron desde Salud Pública, no es conveniente realizar una fumigación en zonas urbanas porque puede ser problemática, por ello se ha optado por esta técnica.

El Instituto de Salud Pública realizará prospecciones cada 15 días para conocer la evolución de las larvas y su densidad con el objetivo de evitar que su proliferación pueda llegar a niveles del 2011 y el 2012, cuando las atenciones por picaduras en la ciudad superaron las 22.000.