La joven que denunció a finales del mes pasado haber sido explotada sexualmente por tres personas, entre ellas el propietario del club Papiro, mantuvo ayer ante el juez que instruye el caso la denuncia, que figurará como prueba preconstituida por si llegara a celebrarse el juicio y ella no pudiera estar presente. Sin embargo, matizó algo su relato inicial.

Según denunció en la primera ocasión, un amigo de la infancia de Bucarest, en su Rumanía natal, la obligaba a trabajar como prostituta casi todo el día, tanto en la calle Ramón y Cajal como en el citado club de alterne, con cuyo dueño, según su versión, estaba compinchado. También aportó la identidad de una tercera implicada, mujer, que se encargaba de vigilarla.

Pese a este control y a las amenazas de que la Policía no le haría caso, según aseguró, denunció la situación ante las fuerzas de seguridad y la Brigada de Extranjería y Fronteras arrestó a los tres señalados.

Ayer, a preguntas del abogado del propietario, el penalista José Luis Melguizo, la joven admitió que, pese al férreo control descrito, celebró su cumpleaños en el Papiro, donde estuvo trabajando solo tres días sin sus noches, precisó. Además desde allí se fue de viaje al Monasterio de Piedra con un amigo, según reconoció al letrado.

Los tres acusados, defendidos por Melguizo y Olga Oseira, fueron puestos en libertad tras declarar en el juzgado de guardia y tendrán que volver a comparecer durante la investigación.

Coincidiendo con la publicación del caso en EL PERIÓDICO, el Ayuntamiento de Zaragoza ordenó el cierre del Papiro por problemas de licencia. Prácticamente acababa de reabrir, tras varios años cerrado por una investigación judicial. Tras solventar sus problemas de permisos su reapertura es inminente, según fuentes consultadas.

Este caso es muy similar a la denuncia de otra joven, también rumana y también en Zaragoza, recientemente archivada por inconsistente.