Nadie sabe qué puede pasar de aquí al 20 de diciembre. A fecha de hoy, el demencial órdago de los independentistas catalanes quizás refuerce la inverosímil posición legalista de Rajoy, o tal vez consolide el ascenso de Rivera, o brinde nuevas oportunidades a Sánchez (aunque su alternativa federal sigue siendo demasiado difusa), o a Iglesias, que propone la salida más compleja (el referendo a la canadiense) pero la más seria y correcta, si es que de verdad se quiere poner fin a la locura desatada. A golpe de intuición, yo diría que a la izquierda española (incluida la catalana) la situación, de entrada, no le favorece. Y si PSOE y Podemos siguen atacándose mutuamente ninguno de ambos partidos sacará nada en limpio. Véase la situación en el Ayuntamiento de Zaragoza.

Se empeñan los de Podemos en alinear a los socialistas con la derecha pro-Troika. A su vez, en el PSOE andan obsesionados con segar la hierba bajo los pies de los otros, porque los ven como una amenaza a la hegemonía que su partido ha ejercido siempre en el centro-izquierda español. Ambas partes se miran con recelo, pactan cruzando los dedos bajo la mesa y no escatiman reproches y ataques mutuos. Así, Rivarés (ZeC) y Trívez (PSOE) negociaron las polémicas ordenanzas fiscales de Zaragoza desde la respectiva voluntad de imponerse y no de llegar a un consenso. Una baza, se supone, a favor del imaginario podemista y común: los socialistas acabaron encamados con PP y C's, justo lo que desea Podemos para poder mantenerse incontaminado al otro lado de la barricada, convertido en la única respuesta a la podredumbre del Sistema.

Las cosas no son tan simples. Ciudadanos sí puede moverse a un lado u otro del espectro político desde una cierta centralidad (aunque cada vez está más atado a obvias obligaciones ideológicas que lo escoran sin remedio a la derecha). Pero Podemos no tiene ese margen de maniobra. En ningún caso podría permitir que, por su omisión, el PP se hiciera con algún gobierno, no digamos si se trata del Gobierno de España. Y como sus expectativas electorales son limitadas (aun en el mejor de los casos), tendrá que entenderse con el PSOE, si quiere como si no. Por supuesto, tampoco los socialistas están para hacer muchos malabares. Si pactan algo importante con el PP, se habrán pegado un tiro en la sien.

Ésta es la situación que afecta a Lambán, Echenique, Santisteve y Pérez Anadón (y a Sánchez e Iglesias, claro). En cuanto a la evolución de los acontecimientos en Zaragoza, más valdrá que unos y otros se tranquilicen y se pongan positivos. En caso de seguir la guerra fría... siempre puede echar ZeC el freno de mano y plantear una moción de confianza (tal vez debiera haberlo hecho ya). A ver entonces...