Coincidí en la Semana Negra de Gijón con Juan Carlos Monedero y charlé un poco, informalmente, con él de política y novela negra (últimamente, viene a ser lo mismo). El dirigente de Podemos acababa de recibir la noticia de que su partido entraba en alianza con el PSOE castellano-manchego de García-Page y estaba realmente contento, por considerarlo una buena noticia.

La tarde anterior, en la carpa del Encuentro, Monedero había presentado su libro, un ensayo sobre la España actual, con un monólogo con aires de mitin en el que desarrolló algunas de sus teorías históricas y políticas. Desde su óptica, la comprensión de la España actual debe arrancar del Alzamiento Nacional, entendido como un golpe de estado contra la legitimidad republicana. Francisco Franco estableció una dictadura militar amparada en una sanguinaria guerra y a las puertas de la muerte dejó la sucesión atada con la entronización de Juan Carlos I y un gobierno de azules, entre los cuales Adolfo Suárez y Martín Villa. Desde el punto de vista de Monedero, ese nuevo régimen que favorece a las empresas, en especial a los grandes grupos, y a la España conservador es el que perdura hoy, encarnado en Mariano Rajoy y sus compañeros de gobierno. Podemos niega por tanto validez democrática regeneradora a una Transición que estiman despositaria de toda clase de lacras, corrupción, paro, explotación laboral... etcétera. El líder podemista apeló a la impugnación (sic) contra ese estado de cosas, y en especial contra la Monarquía y Felipe VI, a quien acusó de carecer de representatividad y refrendo popular.

Las soluciones de Podemos pasarían, por tanto, por una nueva República, la III, basada en políticas sociales y en una permanente movilización popular. Para lograrlo, necesitaría el apoyo del resto de partidos de izquierdas, muy en especial del nuevo PSOE de un Pedro Sánchez más reservón, en apariencia, desde que se entrevistó con Rajoy. De momento, la izquierda se reúne en torno a una mesa de trabajo donde no se aprueba el referéndum catalán, aunque sí una revisión constitucional.

Estos movimientos acabarán afectando a la política aragonesa, al pairo de lo que suceda en Madrid. A medio plazo, porque, por ahora, el entendimiento entre socialistas de Lambán y podemistas de Echenique es tan mínimo que rozaría lo anecdótico si no fueran serios los temas de fondo.