Los pueblos más pequeños recelan del sistema de reparto de fondos basado en una asignación mínima. Sus representantes temen que sus ingresos anuales mengüen en favor de la Mancomunidad Central de Zaragoza, que pide un trato especial. El que ahora no tienen, por otra parte, y que ha dejado durante años su financiación al albur de un Gobierno autonómico favorable. O de una diputación provincial generosa para sus intereses. De hecho, despolitizar la asignación de ingresos es otro de los objetivos de la nueva forma de financiación. Con rango de ley.