La película Mejor Imposible, protagonizada por Jack Nicholson, acercó el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) a la calle. Su protagonista, obsesionado con la simetría, el orden y con rituales de limpieza o repeticiones trasladó en muchas salas de cine, por primera vez, a los espectadores lo que era un TOC. Años después, Leonardo DiCaprio, en El aviador, interpretó a un productor de éxito de la época obsesionado con la suciedad y los gérmenes. Esta enfermedad es más común de lo que parece (en Aragón se estima que más de 40.000 personas podrían padecerla) y puede «incapacitar e interferir por completo la vida», ya sea escolar, laboral o social, de quienes lo padecen.

El cine ha sido un medio recurrente para la difusión de esta patología. Aunque no siempre ha reflejado al 100% lo que pacientes y familiares sienten a través de la gran pantalla. Así ha ocurrido en España recientemente con la producción Toc, Toc, dirigida por Vicente Villanueva e interprentada, entre otros, por Rossy de Palma, Paco León o Alexandra Jiménez. «Ha abordado la enfermedad desde una perspectiva muy alejada de la realidad, en un tono de comedia y en cierta forma ridiculizando o vanalizando un problema que en la vida real genera un tremendo sufrimiento», cuenta la madre de una adolescente aragonesa que padece TOC.

En la comunidad, ante la falta de un colectivo que agrupe a los afectados y les dé respaldo, familiares y pacientes con este trastorno han puesto en marcha TOC Zaragoza, una agrupación que buscar ser un espacio de ayuda mutua donde poder compartir vivencias y miedos, pero también motivaciones y esperanzas. Entre sus reivindicaciones médicas está la de encontrar psicólogos y psiquiatras en la comunidad «que ayuden a encontrar el camino correcto» de los pacientes. «Es un problema muy poco conocido, con poca visibilidad, y lo que pedimos es una sensibilización de la sanidad pública y también del sector de la enseñanza», explica esta madre que forma parte del grupo.

Características

En el caso de su hija, su TOC se manifiesta «predominantemente» con repeticiones que, antes de iniciar un tratamiento, «afectaban a cualquier acto de la vida cotidiana como vestirse o ducharse y que, llevados al extremo, le impedían incluso salir de casa», recuerda. Por esta razón, la joven tuvo que dejar el Bachillerato «Nos marcharnos a otra comunidad (Cataluña) para que fuera tratada en una unidad con experiencia. Allí encontramos un equipo multidisciplinar de psiquiatras, psicólogos y enfermeras que han hecho posible que las cosas vayan lentamente mejorado y que reclamamos para los afectados en Aragón», precisa.

Tres características resumen el trastorno obsesivo compulsivo. Por un lado, los pensamientos involuntarios, irracionales y repetitivos. Por otro, la ansiedad, angustia y miedo en el paciente que generan dichos pensamientos y que llevan a acciones compulsivas. Y, por último, la inhibición de la realización de actividades importantes para la persona en su día a día debido a ese ciclo de obsesiones requiere mucho tiempo diario.

«La situación puede ser tal que el día a día se ve afectado. No se puede hacer nada, ni salir de casa o ir a clase. Es desesperante. A nivel educativo pedimos facilitación y comprensión, porque los chavales realmente lo pasan mal, y sería necesario que la información sobre el TOC llegue a centros educativos», reitera esta madre. «En nuestro caso el apoyo del instituto Goya está siendo fundamental», añade.

La familia juega «un papel importantísimo» durante un proceso de TOC y en la recuperación de la persona que lo sufre. «Para el entorno es duro y lo único que intentamos es volver a una situación diaria lo más normal posible», apunta esta madre, quien en TOC Zaragoza ha encontrado un apoyo.

El grupo, que cuenta con la colaboración de José Antonio Aldaz, psicólogo clínico del centro de salud de Sagasta, ha dispuesto una web para difundir su iniciativa (toczaragoza.com) y hace reuniones periódicas con afectados y familiares en la sede del Teléfono de la Esperanza de Aragón (calle Lagasca, 13).