La endemoniada situación de Cataluña debe su origen o raíz a la posesión de su cuerpo civil por el diablo del nacionalismo extremo. Este ángel caído, y que ha hecho caer naciones e imperios, millones de vidas militares y civiles, habita ahora al president de la Generalitat, Carles Puigdemont, poseído por la soberbia, la sinrazón, la obcecación. No sólo a él. Otros diablos se han adueñado asimismo de Oriol Junqueras y de miembros de la CUP (confluyendo la duda razonable de si estos últimos no serán diabólicos por propia naturaleza). Hasta hoy, el cura párroco venía intentando con sus propios medios expulsar al maligno, pero éste, atrincherado en el alma de El Puigdi se le ha resistido, respondiendo con grandes rugidos a los rociones de agua bendita y expresándose con incoherencia en diversas lenguas, no siendo inteligible su mensaje a oídos de la cristiandad, hoy Unión Europea.

Así las cosas, no queda otra que aplicarle a este sojuzgado e idiotizado Puigdemont el obligado exorcismo. Si el diablo no ha abandonado voluntariamente el cuerpo que ocupa, y desde el que blasfema contra el bautismo de la democracia y la confirmación parlamentaria, el rito comenzará este próximo jueves. Será previsiblemente Mariano Rajoy quien aplicará sus fórmulas y preceptos. Probablemente lo acompañarán y asesorarán otros expertos armados con la Constitución, cuyos óleos y bendiciones se aliarán para vencer a la satánica voluntad y devolverla a los infiernos de la intolerancia.

El exorcismo parece haber funcionado positivamente en el caso de Artur Mas. Sus últimas declaraciones apuntan a un retorno al seno constitucional. La penitencia impuesta por el Tribunal Constitucional, condenándole a responder con sus bienes a los gastos irregulares realizados por la Generalitat bajo su mando ha sido mano de santo. Incapaz de hacer frente a una fianza millonaria, Mas está dando pasos para apartar al endemoniado Puigdemont y recuperar el liderazgo de su partido. Su momentánea renuncia a la independencia, en base a que Europa no la apoya, es digna de consideración.

Faltará todavía por ver cómo reacciona el caprino y faústico Junqueras al agua bendita de la Constitución. Si ruge, como Puigdemont, o reacciona hablando en cristiano. En cuanto a los endemoniados demonios de la CUP, en el infierno no valen exorcismos.