La tercera jornada del juicio por la macroestafa de 4,2 millones con la excusa de la instalación de fábricas de contenedores humanitarios, una de las cuales iba a colocarse en Gallur, contó con los primeros testimonios de perjudicados. Entre ellos el de Jesús Fernández (Barahona), que comparte nombre y primer apellido con uno de los imputados y que es amigo de otro, Antonio Yoldi.

Según explicó, este último, como un hermano para él, comenzó a hablarle de su trabajo con el «maravilloso» Enrique Irazábal, el cerebro confeso de la macroestafa. Y acabó involucrándose en el proyecto hasta el punto de que la idea de buscar terrenos en Gallur fue suya, para dar trabajo al pueblo. Él quería formar parte del proyecto para construir contenedores de desalinizadoras y panaderías portátiles para el tercer mundo, y fue poniendo dinero suyo, de familiares y empresas. Tan «abducido» estaba por el estafador y por la idea que «puse 700.000 euros, y me devolvió 24.000. Me arruiné, esoy arruinado», explicó al tribunal en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Zaragoza.

Entre otros, ayer también declaró el que iba a ser el constructor de la planta de Gallur, Ignacio Córdoba. Narró cómo asistió a la presentación del proyecto de la fábrica en la localidad, donde, «ante mi estupor, me adjudicaron unas obras que yo no había ofertado». Luego fue viendo que el proyecto era agua de borrajas y se desvinculó de él. Pero ante las llamadas de los inversores para preguntarle cuándo empezaban las obras, se tomó un interés «personal» en destapar la trama.