El Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC) no pudo elegir mejor momento para regresar a su más estricta soledad, en el pleno más soso y anodino de la legislatura. Moción tras moción, la oposición fue dibujando su principal conclusión compartida: que se está enfrascado en jaleos con casi todo el mundo -o todos contra ellos- y con los que despacha sus «diferencias ideológicas» en los tribunales. Donde además, suele perder casi siempre. Es esa especie de ínsula barataria, que el edil José Ignacio Senao, del PP, rebautizó como «ínsula de Cuberia» donde «está judicializado hasta el respirar».

Y lo hacía para referirse a un Alberto Cubero, ausente en todos los temas que le señalaban directamente, y que solo intervino para defender asuntos que le tocan casi de refilón. «No tiene el valor de dar la cara por lo que ha provocado él», recriminó Senao, porque «es un concejal sub iudice, porque todo lo que toca lo estropea». No dijo ni mu en el debate que pedía regular mejor la instalación de hinchables en las ferias, de actualidad tras la muerte de un menor en Gerona, ni en su habitual cuita con el delegado de Gobierno, Gustavo Alcalde, por su persecución a todas sus apuestas políticas. Ayer era el pacto convenio y al menos los sindicatos y los partidos de izquierda acabaron por arroparle, eso sí, sin olvidarse de su escaso cuidado en rehuir al conservador.

Esta polémica formaba parte de esa ínsula de ZeC a la que todos los partidos de la oposición regresaron, donde cada vez quedan menos Quijotes o donde cada vez hay más gigantes y menos molinos en pie. Sus múltiples enemigos (la Iglesia, el ejército, la delegación del Gobierno...) hicieron que la oposición apuntara a una crisis interna en ZeC. Se palpa y su líder, el alcalde Pedro Santisteve, ayer ni siquiera la negaba ya. El primer edil insistía en vender el espíritu del municipalismo, sus virtudes y la «honestidad y bondad» con la que el equipo de Gobierno ha estado trabajando durante estos dos años.

«Renueve su equipo porque está roto», le replicaba el portavoz del PSOE, Carlos Pérez Anadón, en la comparecencia pedida por el PP para que ZeC rindiera cuentas en el ecuador de legislatura. Golpe directo y certero mientras el alcalde hablaba de las ciudades del cambio, refugiados, municipalización o autonomía local. Ningún miembro de ZeC le sacó la cara al alcalde. Por su «falta de liderazgo», de «proyecto de ciudad» o «incapacidad para gestionar». Ni el concejal Pablo Muñoz, que le tocó intervenir durante la comparecencia, le enmendó la plana. Él se limitó a hablar de las dos realidades: la del salón de plenos y la de la calle.

Así que su admitida «inexperiencia» se topó con la «falta de diálogo» que le recriminaron todos. «Igual tenemos que hacer terapia de grupo o buscarnos un coaching», decía irónicamente el alcalde, que tendió su mano para encauzar esta crispación.

Claro que, minutos antes, Cubero, había atacado con dureza al PSOE, recordándole que su militancia, a diferencia de la cúpula, sí estaría dispuesta a echar al «cara plasma» de Mariano Rajoy del Gobierno central. Pero la ínsula de Cuberia resiste a cualquier naufragio. Los que ha sufrido en los tribunales con sus múltiples enemigos ideológicos que, le reprocharon, acaba con sus apuestas «en suspensiones cautelares».

Como su lucha con la Iglesia por las inmatriculaciones, anulado a las primeras de cambio por los juzgados. O con los constructores de la ciudad que no solo han conseguido paralizar el contrato de la operación baldosas para las empresas de economía social, anulada por el Tribunal de Contratos, sino que ayer PP, PSOE y C’s aprobaron una moción que exige licitar las obras en un mes.

La novedad ayer era la imagen de C’s metido a sindicalista y abrazando al comité de empresa de Avanza Zaragoza, los de la municipalización, en sus reivindicaciones y ataques contra ZeC, y tapando en sus eternas «dudas jurídicas» el frente común de los taxistas contra Uber y Cabify. O la izquierda subiendose al taxi público y prometiendo, a petición del PSOE, para el presupuesto del 2018 una partida para modernizar el sector. Lo mismo que pidió el PP este año y rechazó.