Si ustedes o yo fuésemos presidentes cambiaríamos muchas cosas, en todos los ámbitos, y probablemente acertaríamos en alguna.

El sistema educativo sería uno de los pilares que yo cambiaría de arriba abajo y volvería a cimentar, porque realmente no funciona bien.

Una de mis propuestas, con vistas a cerrar un debate tradicionalmente enviscado entre la derecha y la izquierda, sería la de sustituir la asignatura de Religión por una nueva que podría llamarse Historia de las Religiones.

Esa nueva y más amplia visión de los fenómenos religiosos a través de los siglos, de la formación y desarrollo de las grandes religiones monoteístas y de otras muchas que en los cinco continentes han intentado expresar el ansia de inmortalidad del hombre, sus ideas sobre la creación del mundo, sobre la moral, la resurrección, más sus ritos, mandamientos, profetas y milagros, parábolas y visiones... Todo ese caudal de conocimientos podría derivar en una asignatura apasionante, excelente compañera de la Historia, de la Filosofía, el Derecho y otros cánones mayores. Y, de paso, permitiría apreciar y saborear a los alumnos con una mayor base científica películas como la que estos días ha estrenado el director Scorsese con el título de Silencio.

Una aventura religiosa, histórica, épica, protagonizada por los jesuitas que en el siglo XVII intentaron evangelizar Japón, la tierra no sólo más alejada de ellos desde el punto de vista geográfico, sino también desde la óptica espiritual. Un puñado de héroes, de misioneros, desembarcaron en las costas japonesas sin otras armas que sus crucifijos, dispuestos a predicar la palabra de Jesús. Encontrarían enfrente, desde el primer momento, la feroz oposición del régimen medieval nipón, jerarquizado desde el trono del emperador a los guardias de gobernadores e inquisidores encargados de vigilar el pago de los impuestos y el respeto a la religión budista.

El martirio físico y espiritual a que fueron sometidos los jesuitas, obligados finalmente a apostatar y a adoptar formas de vida y creencias de la potencia a la que iban supuestamente a conquistar invita a una apasionante reflexión sobre el poder de las ideas religiosas y los sanguinarios enfrentamientos entre algunas de ellas, que han llegado hasta nuestros días.

Siendo la única manera de superarlos superar nuestros planes de estudio.