Pablo Rey Latorre está a pocos días de reposar por fin con su abuelo y el resto de su familia en el cementerio zaragozano de Torrero, después de pasar 81 años enterrado en una fosa común de Huesca, donde fue fusilado por el régimen franquista en 1936. Su familia acaba de recibir por fin sus restos mortales, una vez que han sido totalmente identificados, y anteayer se reunieron con representantes de las asociaciones de memoria histórica que les han ayudado en su recuperación, como el Círculo Republicano de Huesca y Arico, para rendirle tributo en el Centro Social Comunitario Luis Buñuel de Zaragoza.

El jacetano Pablo Rey, según explicaba una de sus familiares, que prefiere no aparecer con nombre, era tipógrafo en el periódico La Tierra, de corte conservador, pero se movía en ambientes republicanos y estaba afiliado a un sindicato, probablemente UGT. Por ello fue detenido y encarcelado en Huesca, hasta que el 10 de diciembre del 36 fue liberado a las 5.00 de la madrugada para ser inmediatamente fusilado, sin ni siquiera juicio sumarísimo, e inhumado en la fosa común del cerro de Las Mártires. En casa apenas se comentaba que «al tío Pablo lo mataron».

Su nombre aparecía en la lápida común de la fosa, pero fue la investigación para exhumar a otro represaliado, Mariano Cuello, la que acabó por encontrar su cuerpo y el de otros asesinados la misma noche. Su familiar oyó por la radio el nombre de Cuello, que le sonaba del monolito, y comenzó a contactar con el investigador Toño Moliner o Manolín Abad, del Círculo Republicano.

Finalmente, los restos fueron identificados con la información y fotos de familia, y ya lo tienen con ellos para que descanse, «por fin, con su abuelo». «Con esto se cierran muchos círculos, solo con un poco de buena fe. Por eso cuando oigo cosas como las dificultades para exhumar en el Valle de los Caídos, no lo entiendo», explica su familiar.