Fue un hallazgo triste. Un agricultor de Muel avisó hace unos días a la DGA de que había encontrado un águila imperial ibérica herida debajo de un tendido de la luz. Inmediatamente fueron al lugar varios agentes de protección de la naturaleza que recogieron al ejemplar, perteneciente a una especie muy rara en Aragón, y la llevaron al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre situado en la finca de La Alfranca, en Pastriz, cerca de Zaragoza.

El águila fue examinada por un equipo veterinario que descubrió que presentaba un fuerte golpe que le había ocasionado la rotura de una pata, así como una luxación en un codo que le podría impedir volar de por vida.

Por el tipo de impacto que había sufrido, los expertos concluyeron que no había colisionado con el tendido eléctrico, sino que pudo ser atropellada por un vehículo en la carretera.

Curiosamente, el ejemplar accidentado, de menos de dos años, ya era conocido por ornitólogos, naturalistas y agentes de protección de la naturaleza, que estaban asombrados de que hubiera una ave de esas características en la comunidad. De hecho, era objeto de un estrecho seguimiento y se la había avistado en una zona delimitada por Muel, La Muela y Épila.

La ocasional llegada de águilas imperiales ibéricas a Aragón se debe al incremento de sus poblaciones en el centro de la península, donde está su hábitat natural, al igual que en Extremadura.

Se trata la mayoría de las veces de aves jóvenes que vuelan de un lado para otro en busca de territorios de caza para poder alimentar a sus crías. Los conejos, tan abundantes en gran parte de Aragón, son su presa favorita, por lo que estas águilas cumplen una importante labor reguladora de una plaga que causa graves daños en la agricultura.

Avistamientos

Esta presión demográfica ha traído hasta la comunidad a ejemplares que, como la hallada herida en un monte estepario de Muel, vagan por los aires de la comunidad. Eso explica que hayan sido avistadas también en Tarazona, en La Almunia de Doña Godina, en el Parque Nacional de Ordesa e incluso en las sierra de Javalambre, en Teruel. Estos hechos llevan a albergar cierto optimismo respecto a su futuro, dado que se trata de una especie muy amenazada.