Los grupos de rescate de la Guardia Civil, que tuvieron su origen en 1966 en un pequeño puesto enclavado en el corazón del Pirineo aragonés, han experimentado a lo largo de los últimos 51 años una evolución que les ha llevado a estar al mismo nivel que los mejores del mundo.

Una elite mundial en la que los profesionales del Instituto Armado se codean al mismo nivel que los integrantes de los equipos de rescate de Francia, Suiza o Austria, con quienes mantienen contactos puntuales para conocer o informar de nuevas técnicas o mejoras.

Una de las personas que mejor han conocido la evolución de estos grupos es el general en la reserva de la Guardia Civil José Fernando Abós, cuya labor para conseguir la profesionalización de los rescates fructificó finalmente en 1981 con la creación de los denominados Grupos de Rescate e Intervención en Montaña (GREIM).

Durante los años en los que estuvo al frente de la Comandancia de Huesca, Abós mantuvo innumerables contactos que le obligaban a desplazarse, "semana si y semana no", a Madrid para conseguir que la dirección del Instituto Armado diera el respaldo necesario al proyecto.

En declaraciones a Efe, el general recuerda que la semilla inicial tuvo su origen en Coll de Ladrones, una zona de alta montaña ubicada en el municipio pirenaico de Canfranc (Huesca) en la que en 1966 se impartió un primer curso de escalada y esquí para agentes destinados en comandancias fronterizas.

Aunque inicialmente se idearon para posibilitar que los guardias de frontera pudieran actuar frente a contrabandistas durante los duros inviernos en el Pirineo, finalmente, en 1967, comenzaron a evolucionar hasta convertirse en el germen de los futuros GREIM.

Los primeros estímulos para impulsar la creación de estos grupos procedieron de las federaciones española y aragonesa de montañismo, que se fijaron entonces en el modelo francés para diseñar uno propio.

Así lo recuerda Abós, quien destaca que hubo "facilidades" por ambas federaciones para impulsar y colaborar en los rescates y "dificultades" en la propia Guardia Civil, que, según recuerda el general, "le costaba entonces modernizarse, no ahora".

El trabajo realizado fructificó en 1981 con la creación de un mando único en Jaca que posibilitó la creación a lo largo del tiempo de 26 grupos en los principales macizos montañosos del país y en los archipiélagos balear y canario.

"Cuando se me encomendó la organización de estos grupos -señala Abós-, tenía la ilusión de conseguir un modelo de rescate técnicamente importante, pero tampoco pensaba en llegar a alcanzar el nivel que tienen ahora, lo que me hace sentir feliz y orgulloso pero también sorprendido".

Los homenajes y reconocimientos a estos grupos son continuos, y atrás quedan ya casos que generaron polémica, como el de dos montañeros de Tarrasa fallecidos en diciembre de 1990 en el Balcón de Pineta, y que obligaron a los rescatadores a actuar con una tensión sobreañadida.

Desde el club de excursionistas de dicha localidad catalana surgieron críticas debido a la tardanza en la localización de uno de los cadáveres.

Un grupo de montañeros desplazados a Huesca entonces desde Tarrasa para asumir la labor de búsqueda, decidieron regresar uno o dos días después al comprobar la dificultad y riesgo de la labor que realizaba la Guardia Civil para buscar el cuerpo en una lengua glaciar muy frágil.

Una labor que se ha cobrado también su precio ya que desde 1982, la montaña se ha cobrado la vida de siete miembros de estos grupos y de cuatro tripulantes de los helicóptero de apoyo.

Los aspirantes a formar parte ahora de estos grupos reciben un curso de 9 meses antes de contar con la preparación suficiente para salir a la alta montaña.

Abós destaca que el perfil del candidato, para cuya elección se llevaron a cabo test psicológicos previos que finalmente fueron desestimados por poco significativos, debe reunir cualidades contradictorias como valor y prudencia, o decisión y comedimiento al tiempo.

"Lo más importante -destaca- es la predisposición psicológica de cada especialista, sus ganas de sacrificarse por los demás y de resolver problemas".

En la actualidad, estos grupos realizan en todo el estado español una media de 950 rescates al año, cifra que se salda con numerosas personas salvadas ilesas, pero también con heridos y víctimas mortales.

Por esta razón, el general advierte que aunque se ha conseguido un "buen nivel" en las labores de rescate, "hace falta concienciación en la sociedad civil de los riesgos derivados de ir a la montaña".