La reserva de agua en los embalses de la cuenca del Ebro se encuentra por debajo de la mitad de su capacidad real de almacenaje, en un 46,7%. Un dato preocupante en un 2017 de sequía en Aragón que, además, se traduce en uno de los peores registros de los últimos cinco años. Un dato es especialmente significativo: la última medición apunta a una reserva de casi mil hectómetros cúbicos menos que el promedio del último lustro, empeorando los registros del año pasado.

Los datos oficiales de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) anunciados ayer apuntan a que la reserva de agua embalsada en la cuenca asciende hasta solo 3.496 hectómetros cúbicos. En comparación con la misma semana del año pasado, el dato supone una reducción de casi 500 menos, con respecto a los 3.921 que había entonces, cuando se situaba en el 52,2% de la capacidad total.

Ambos datos están muy lejos de la media de los últimos cinco años, ya que esta, referida al periodo entre el 2012 y el 2016, se sitúa en 4.358 hectómetros cúbicos, según los datos oficiales de la CHE. De esta comparación, por contra, hay un dato positivo: el peor registro sigue siendo el del 2012, cuando había 2.900.

EN SANTANDER

Mientras, el agua embalsada en el eje del Ebro asciende 1.120 hectómetros cúbicos, el 48,6% de su capacidad; en la margen derecha hay 176 (un 28,3%); y en la izquierda, 2.200, un 48,2%. En Zaragoza su caudal es de 39 metros cúbicos.

Por otra parte, la CHE anunció ayer que se ha instalado en el embalse del Ebro un sistema de monitorización para la detección de larvas de mejillón cebra. Se trata de una nueva metodología que permitirá determinar con mayor precisión la presencia o no de esta especie invasora. El proyecto, con una inversión de 15.000 euros, permite la programación y el control por conexión remota, y recoger muestras cada mes.