Esmeraldo Marzo, alcalde de Mainar, casi no da crédito a lo conseguido. La ermita de San Andrés, a las afueras del pueblo, en la carretera que conduce a Codos, está totalmente restaurada, de un vivo color rojizo que se irá atenuando con el paso del tiempo. "Llevaba toda la vida hundida, es increíble", afirma el regidor, de 73 años. Ya de niño, recuerda, no quedaban en pie más que los arcos que sujetaban el tejado a dos aguas.

No se sabe cuándo se construyó la ermita. En cualquier caso, el autor de la restauración, el arquitecto Juan Carlos Lorente, ha podido consultar documentos que registran su existencia ya entre los siglos XV y XVI, aunque podría ser anterior.

Las obras se han desarrollado en tres fases y han durado mucho tiempo, desde el 2006 hasta el 2016, dado que su continuación dependía de las ayudas que llevaban de la Diputación de Zaragoza y de la comarca de Daroca, que se sumaban a los recursos del ayuntamiento.

"La ermita estuvo mucho tiempo olvidada y se perdieron para siempre algunas de las piezas de arte que contenía, como el retablo, que acabó en Nueva York", explica Marzo. No era para menos, si se tiene en cuenta de que él siempre la había visto sin cubierta, expuesta a la intemperie. "Para los vecinos, verla restaurada es un motivo de mucha alegría, pues es la única ermita que existe en nuestro término y está muy vinculada a la vida local", asegura.

Lorente, por su parte, explica que la recuperación ha sido laboriosa."Con la documentación de que disponíamos, hemos tratado de acercarnos al máximo al original".