El recinto de Ranillas vuelve a interesar a la iniciativa privada. Al menos es lo que asegura el Gobierno de Aragón que, a través de la sociedad Expo Zaragoza Empresarial, ha solicitado formalmente al ayuntamiento de la capital una modificación del planeamiento urbanístico que permita "poner en el mercado lo antes posible" el antiguo restaurante de la muestra internacional del 2008. Así lo confirmaron fuentes oficiales de la DGA, quienes solo apuntaron que "varias empresas del sector del ocio y la restauración han preguntado" por estas instalaciones que se encuentran ubicadas en la rasante del frente fluvial y bajo los edificios que en su día se conocían coloquialmente como cacahuetes.

Estas construcciones hoy se encuentran abandonadas, como este restaurante que ahora parece estar en el punto de mira de empresas privadas. Solo uno de ellos está en uso, el que forma parte de la Ciudad de la Justicia, junto al acuario. El resto, incluso llegó a formar parte, en la planificación inicial de la pos-Expo en Ranillas, de un macrocomplejo de ocio y usos comerciales que nunca llegó a fructificar. Se aparcó como otros muchos proyectos.

SE DEBATE HOY

Pero en el caso del restaurante, el repentino interés privado por ocupar este espacio, aunque la DGA se negó a aclarar si se ofrecerá como venta directa o en régimen de alquiler, ha hecho que se vean obligados a mover ficha en la tramitación administrativa. Para cambiar el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) en este espacio y así poderle dar uso como establecimiento de ocio y restauración. Hoy la solicitud llega a la mesa de debate de la Gerencia de Urbanismo, para que los grupos municipales se posicionen al respecto.

En realidad, cabría pensar que esta calificación ya está dada, ya que funcionó como restaurante durante la Expo del 2008, pero no es así. O al menos no es eso lo que se pretende desde Expo Zaragoza Empresarial, ya que está más relacionado con la consideración de este espacio como "sótano" de una construcción mayor, los cacahuetes con su acceso principal en la avenida del 2008, ubicada a diferente rasante que el restaurante, que está a cota del frente fluvial.

Así que la modificación del PGOU conlleva cumplir con diferentes requisitos técnicos para desligar ambas construcciones porque hoy solo pueden darse usos comerciales sobre la rasante del edificio, el que da a la avenida del 2008, desde la que no se puede acceder al restaurante, por otra parte. Entre estas exigencias está que la salida dé a un espacio libre y tenga, como mínimo, tres metros de altura, y ambas las cumple. Tampoco debería superar la edificabilidad de la parcela, y es imposible poner plantas intermedias en ese restaurante. Así que solo falta la valoración política, hoy.