Acierta plenamente Pablo Echenique al consagrarse en adelante a sus tareas como secretario de Organización de Podemos, dejando su escaño aragonés y sus responsabilidades regionales a sus compañeros de grupo y de partido.

Acierta porque su puesto, de una enorme exigencia en cualquier formación política de ámbito nacional, todavía requiere más dedicación, más horas, más pactos y acuerdos en unas siglas como las suyas, en proceso de formación, cohesión y consolidación, con grandes éxitos en su pasado reciente, pero también con numerosas dudas respecto a su futuro inmediato.

Muchos y muy variados serán los frentes en los que Echenique va a tener que lidiar o batallar a partir de mañana mismo.

Uno de los más urgentes, esa revuelta interna, territorial, derivada del reforzamiento del liderazgo de Pablo Iglesias a base, o a costa, de un debate estatutario de aplicación normativa de los órganos de dirección, que supuestamente favorecería a los intereses del líder.

Al mismo tiempo, Echenique, político de amplio consenso y escaso rechazo, tendrá que apagar o encender el fuego catalán, condenar o santificar el procès, oficiar misa por la independencia o repicar las campanas por la Constitución. Ambas opciones son incompatibles. Pablo Iglesias se ha hecho un lío con la consulta, que vale, pero no, que se celebre, pero no se aplique, y Podemos deberá elegir, mediar, arbitrar, transigir... En ninguno de los dos conflictos, ni en su casa ni en la de Puigdemont, le resultará nada fácil.

Tampoco les será sencillo mantener las actuales alianzas con otros grupos políticos afines, sí, en lo ideológico, pero cada vez más desmarcados en lo personal y en lo territorial.

En poco tiempo, Podemos deberá renovar alianzas de cara a los próximos comicios, si quiere mantener pactos electorales con candidatos como José María González, Ada Colau, Pedro Santisteve o Mónica Oltra, cada vez más independientes, autogestionarios y coordinadores de equipos propios. Y tan ambiciosos, a su nivel, como el propio Iglesias.

Para los intereses de Aragón siempre es bueno contar con representantes al máximo nivel, y en ese sentido hay que desear suerte en su nueva singladura a un político, Pablo Echenique, atípico, diferente. Ojalá esté a la altura de estos confusos tiempos.