Pasear por el soto de Cantalobos podría ser una buena opción para despejarse y estar en contacto con la naturaleza el domingo por la mañana. Un grupo de 25 solidarios zaragozanos decidieron reunirse ayer allí, pero no para caminar, sino para limpiar parte de la gran cantidad de toallitas y otros residuos higiénicos que se acumulan en las ramas de los árboles junto al río.

Esta iniciativa partió de las asociaciones de VoluntaRíos Aragón y World Wildlife Fund (WWF o Fondo Mundial para la Naturaleza), quienes preocupadas por los árboles del soto a los que las toallitas cubren hasta alturas de 4 o 5 metros, decidieron actuar invitando a los zaragozanos a «desmontar un árbol de Navidad en las riberas del Ebro». Estos productos se venden como «biotextiles», pero lo cierto es que no se degradan y acaban atascando tuberías y ensuciando el entorno.

Mariano Mérida, organizador de la actividad e integrante de VoluntaRíos, quiso dejar claros varios mensajes a los asistentes antes de comenzar la ruta. En primer lugar destacó que «la primera depuradora eres tú», haciendo mención a que los productos higiénicos como las toallitas, las compresas, los bastoncillos y los preservativos así como los medicamentos o productos de limpieza que se tiran por el inodoro acaban en el río o en la depuradora, ocasionando molestos problemas. Y en segundo lugar, Mérida recalcó que «no se debe utilizar el inodoro como un vertedero para no hacer de los ríos un basurero».

Aguas industriales

La mala situación en la que se encuentra la ribera del Ebro en la zona del soto de Cantalobos se debe a varias causas. Entre ellas, se encuentra un conector que tenía que haber sido cambiado en el año 2000 pero finalmente se priorizaron otras obras y este se mantuvo, por lo que existen filtraciones que favorecen la contaminación. Asimismo, el agua de las explotaciones agrarias y de la industria son muy perjudiciales para el río, por lo que se pide que se practique una agricultura menos química para cuidar el Ebro. Las asociaciones son conscientes de que se van a invertir 4 millones de euros en proyectos de medio ambiente pero los consideran «insuficientes» para todo lo que tienen que abarcar.

El encuentro de ayer se realizó en una fecha poco usual, ya que la mayoría de las actuaciones que realizan tanto de VoluntaRíos como de la Asociación Naturalista de Aragón (Ansar), se realizan en primavera y otoño. «La idea era desmontar el árbol y llevarlo con las toallitas a la plaza España para que todos los ciudadanos puedan ver las consecuencias que tiene tirar este tipo de material por el indoro, pero hemos decidido aplazarlo para más adelante», comentó Mariano Mérides.

A través de unas fotografías, Manolo Lucas, otro de los organizadores de la actividad quiso explicar las variaciones que ha sufrido este soto desde 2001 hasta 2016. «El año 2003 fue una época de crecidas que dejaron playa, pero corren el riesgo de ir desapareciendo. Los sotos se inundan con las riadas, y por ello ahora este se encuentra poblado con vegetación», aclaró el voluntario.

Asimismo, desde allí también se hicieron reivindicaciones en cuanto a la calidad del agua de boca y al aire que se precisa para la vida diaria. «Exigimos beber agua de calidad en los establecimientos pero para ello estamos obligados a cuidar el agua que luego dejamos y que va parar a los pueblos río abajo o al mar mediterráneo para que no sea de mala calidad», recordó Mérida.

El soto de Cantalobos es un pequeño ecosistema con una extensión de 30 hectáreas, y en él conviven una gran cantidad de fresnos, que crecen con especial rapidez en esta zona, con diferentes especies de aves como cormoranes, garzas «ánades real» (una variedad de pato) y pájaros moscones.