Los empresarios del sector turístico levantino han puesto el grito en el cielo contra los hombres y las mujeres del tiempo. A sus acusaciones y quejas no les falta, por lo menos, un gramo de razón.

Los meteorólogos anunciaron con antelación una Semana Santa en el Mediterráneo pasada por agua y con bajas temperaturas, lo que provocó numerosas cancelaciones de reservas hoteleras, con las consiguientes pérdidas económicas, que al parecer han sido muy graves. Y, sin embargo, en los pasados días festivos lució un brillante sol.

Las secciones de meteorología, con sus numerosos, y a menudo burdos errores, vienen ocupando espacios cada vez mayores en las televisiones generalistas. Largos y preciosos minutos en horarios de máxima audiencia donde los presentadores del tiempo, maquillados y vestidos como para competir como las estrellas de la pantalla que algunos llegan a creerse ser, encuentran un morboso placer en señalar con gruesos punteros y adjetivos las nieblas, los chubascos, las heladas, los cierzos, la marejada, la tormenta eléctrica, el levante, la tramontana, la nieve, cualquier fenómeno susceptible de inquietar al espectador medio y sugerirle que es mejor no salir de casa, no desplazarse a ningún sitio.

Minutos antes del bombardeo meteorológico, los funcionarios presentadores de Prado del Rey, por ejemplo, han convencido a la audiencia de que, dada nuestra precariedad y la amenaza de la prima de riesgo (que ni siquiera saben que es), es mejor no comprar, no invertir, no gastar. Así, entre el arranque del telediario, con el cenizo de las tres, y el final, con el gafe de las tres y media, los españolitos se reafirman en su conciencia inmovilista, contribuyendo, con su inducida parálisis, a paralizar el país.

Por mi parte, hace mucho tiempo que no me tomo en serio los consejos de los expertos en economía ni los de los meteorólogos, y probablemente me divierta más que los que sí lo hacen. Ninguna de las dos, ni la economía ni la meteorología, es ciencia exacta, lo que quiere decir que se equivocan con frecuencia.

Habrá que seguir la demanda de los empresarios levantinos contra los meteorólogos que les han hecho perder millones de euros. En un país donde el turismo debería estar protegido como industria nacional, habría que penalizar este tipo de agresiones, aunque sean involuntarias.