La editorial Rey Lear, auténtica tienda de delicatessen literarias, acaba de celebrar sus primeros cinco años de existencia con la publicación de un clásico de la literatura japonesa contemporánea: Tatuaje, de Junichiro Tanizaki. El volumen viene acompañado por unas maravillosas ilustraciones de Manuel Alcorlo (se trata, realmente, de un libro para colecionistas), y de un esclarecedor prólogo de Alicia Mariño, autora, asimismo, de la traducción, junto con Naoko Kuzano.

Tanizaki está considerado, junto a Yukio Mishima y a Yasunari Kawabata, uno de los pilares de la literatura japonesa contempránea. Su obra se extiende hasta los años sesenta, incluyendo títulos antológicos como El elogio de la sombra o Diario de un viejo loco.

Tatuaje es una de sus obras de juventud, y seguramente la primera en la que afloran de manera clara y conjunta la mayoría de sus obsesiones morales y estéticas, sociales y eróticas.

En su argumento, un experto tatuador, llamado Seikichi, busca sin descanso a la mujer perfecta para, en cuanto pueda ilustrar su piel con su depurada técnica, producir una obra perfecta en todos los sentidos, un ideal de belleza.

En su búsqueda de una anatomía divina, el tatuador irá descubriendo que, a mayor grado de perfección, mayor dolor origina en sus clientes, o pacientes, algunos de los cuales se muestran incapaces de resistir las secuelas del trabajo de las agujas bajo su piel.

Pero él, Seikichi, no se va a detener por eso, ni a rebajar sus niveles de exigencia artística. A medida que su fama se extiende por toda China su riqueza aumenta, pero, al no encimar el tatuaje perfecto, tampoco acaba de desvanecerse su frustración... hasta que encuentre a la mujer sagrada a la que estaba buscando.

El relato es, en realidad, una metáfora polisémica con tantos ecos, seguramente, como lectores se han acercado a lo largo de los años a este texto mágico, en cuyos latidos se puede percibir el pulso de Edgar Allan Poe, la mórbida estética de Baudelaire, o la malévola ironía de Oscar Wilde.

Un tema eterno, el de la belleza convulsa, que dio origen al romanticismo, alcanzando el alma del movimiento surrealista.

El suave perfume oriental que aquí envuelve a la belleza torturada le proporciona una venenosa seducción, y las frases de Tatuaje nos calan en la piel como las agujas de Seikichi.