Por esas extrañas casualidades de la vida lectora, van a parar a mi mesilla dos libros relacionados entre sí: Big Sur, de Henry Miller (Edhasa) y Tópico de Cáncer de Susana Koska (Ediciones B).

En el primero, Miller cuenta cosas de su vida al regreso de Francia, cuando de nuevo conoce la miseria y el anonimato en su propio país. Recluido en una cabaña de las montañas californianas, el autor de Trópico de cáncer siguió escribiendo convulsivamente, buscando en el conocimiento y en la escritura una suerte de exorcismo contra la desesperación y el olvido. El optimismo contagioso de Miller se extiende a su mundo doméstico, a sus mujeres y vecinos, a los niños, propios o ajenos, que van a jugar con él, a los cientos de lectores que le escriben cartas o le piden consejos. El resultado de leer Big Sur es, como casi siempre sucede con los textos de Miller, tan estimulante como consolador. Y, para los fanáticos del narrador norteamericano, pero con tantas raíces en Europa, un tesoro en cuanto a revelaciones personales y secretos de cocina literaria.

Susana Koska ha invocado con un guiño el nombre de Miller para redactar un tratado de supervivencia sobre su lucha contra la enfermedad. Su Tópico de cáncer relata en primera persona, con toda clase de detalles, sin pelos en la lengua, sin tabúes ni miedos, el terrible trance de alguien que de la noche a la mañana se enfrenta a la posibilidad de perder la vida, y, antes de entregarla o salvarla, a la casi total certeza de emprender un camino de sufrimiento, soledad y dolor como no había tenido que soportar hasta el momento. La autora lo hace, y lo cuenta, con un ánimo extraordinario y con un sentido del humor que la protege del hundimiento y de la depresión, aunque en determinados momentos, cuando duele, cuando quema, sea casi imposible mitigar el castigo.

La experiencia de Susana Koska como directora cinematográfica --ha dirigido los documentales Mujeres en pie de guerra y Vindicación-- confiere al texto una fluidez y una plasticidad especiales. Parece, realmente, que estamos viendo esas impersonales salas de espera, esos blancos quirófanos... Parece que alguien muy querido (en mi caso lo es) nos está, más que refiriendo sus cuitas, abriendo una ventana a otro mundo desconocido, el del abismo y la esperanza... Un libro formidable y nada tópico con el cáncer.