Cataluña, además de por el culebrón secesionista y por los patéticos esfuerzos por convertir la historia de Aragón en la suya, expulsando de sus páginas a aragoneses, valencianos y baleares, está también de moda por sus fugas de capital.

Estamos (están) ante una verdadera epidemia. El dinero comienza a huir de la autonomía vecina, espantado por el rencor e iluminismo de Artur Mas y por la amenaza de un próximo gobern de Esquerra, cuyo ascenso al poder a costa de los burgueses de CiU está cantado.

La fuga de capitales catalanes tiene ilustres precedentes. El padre de Jordi Pujol, un auténtico adelantado, un pionero de la evasión, ya puso a buen recaudo, allende las fronteras, sus beneficios como especulador de bolsa y productos de primera necesidad. El don honorable, tan desprestigiado ahora a pie de calle como Bárcenas, Matas o cualquier logrero de la Transición, continuó el ejemplo paterno, recaudando aquí y allá y evadiendo presuntamente de su "país" (pero sobre todo del nuestro), mochilas y carteras, maleteros llenos de billetes con destino a Andorra y otros paraísos fiscales.

Pero los Pujol no son los únicos que (presuntamente) evaden financiera y fiscalmente de Cataluña. Otros muchos empresarios están siguiendo sus pasos. Unos, por continuar su escuela y el método de CiU, basado en la rentabilidad partidista de la obra pública. Otros, simplemente, porque la consulta de Mas y la tensión que se viene viviendo en Barcelona y en las principales capitales catalanas perjudica sus intereses.

Así lo ha constatado un reciente reportaje de Antonio Fernández para la revista Tiempo, en el que se detallan y exponen las dificultades de la gran patronal catalana, Fomento del Trabajo, presidida por Gay de Montellá, para navegar entre dos aguas.

Muy claro fue José Manuel Lara, presidente del Grupo Planeta, advirtiendo que si las cosas seguían así trasladaría sus sedes. Otro destacado empresario, Manuel Milián, advirtió en la Junta de Fomento sobre "el peligro del silencio de los corderos, pues sabemos cómo termina la película". Enrique Lacalle, presidente de Meeting Point, recuerda el último mensaje de los inversores extranjeros: "Si hay lío, no invertiremos en Cataluña".

Los indepentistas sabrán lo que hacen, pero el dinero también. Seguramente, mejor que ellos.