Un reciente artículo de Carsten Moser en la revista Tiempo alertaba sobre un nuevo y sutil modo de manipulación política.

Consistiría, básicamente, en influir en los votantes orientando los sentimientos o comportamientos colectivos con armas psicológicas, consignas, consideraciones, consejos emitidos desde el poder con un contenido interesado y partidista, pero disimulado en el interés general, incluso en la fuerza mayor de la cuestión de Estado.

Así, por ejemplo, tanto la reciente advertencia de Cospedal de que Podemos es peligroso para la democracia, como aquella otra de Mas de que Cataluña está oprimida por España podrían perfectamente entrar en esta banda de argumentarios. En dicho registro, el político de turno no se apoyará en hechos o en proyectos reales, no analizará la actualidad sobre bases parlamentarias o legislativas, sobre la acción del Gobierno o su oposición, sino que soltará un globo sonda o deslizará una idea nueva con vistas a generar un estado de opinión destinado a laminar a sus adversarios y favorecer sus réditos electorales.

Un periodista de Der Spiegel, Alexander Neubacher, asegura que el equipo de expertos en comunicación llamado Gobernanza Eficaz, radicado en la sexta planta de la cancillería alemana y capitaneado por Eva Crhistiansen, no es otra cosa que un grupo de asesoramiento en medidas de persuasión amable desarrolladas, para beneficio de Angela Merkel, por psicológos, sociólogos y antropólogos.

En Estados Unidos existiría también una herramienta parecida. Sería la Comisión Reguladora, al frente de la cual Barack Obama ha colocado a Cass Sunstein, autor del libro de referencia Nuit. En Reino Unido, David Cameron no oculta su predileción por la Nudge Unit (Unidad de Impulsos) que es como el premier llama al Behavioural Insight Team, Equipo de Estudios del Comportamiento, ya existente.

Una tendencia, como vemos, que empieza a consolidarse en aquellos países donde las técnicas punteras de comunicación se ensayan rápidamente en la estrategia militar o en la lucha política. España, país de tendencias, asimilará rápidamente estas tácticas y unidades, si es que, según los ejemplos de Cospedal y Mas antes citados (hay muchos otros) no lo ha hecho ya.

Un poco de autoayuda, un poco de paternalismo... y a ganar las elecciones.