Con algo más de retraso respecto a otros años, la campaña de vacunación contra la gripe estacional dio comienzo ayer en los centros sanitarios aragoneses. Para este curso, la DGA ha adquirido más de 250.000 vacunas, con las que se espera vacunar a, como mínimo, el 70% de la población mayor de 65 años, uno de los grupos más vulnerables a la gripe. El año pasado, con un número de dosis idéntico, tan sólo pudo vacunar al 60% de este sector de población. Además de las personas más longevas, Sanidad recomienda vacunarse a todos los grupos de riesgo, entre los que se encuentra el personal sanitario, los bomberos, los policías, viajeros internacionales y los enfermos crónicos.

Al igual que en otras ocasiones, la normalidad ha sido la nota predominante en una jornada que, tal y como cuenta la enfermera del Centro de Salud Las Fuentes Norte Clarisa Mainar, ha tenido un mayor volumen de personas solicitando ser vacunadas. "Es lo que sucede todos los años", explica Mainar, "muchos vienen temiendo que se acaben las vacunas y se apelotonan". Se refiere a los mayores de 65 años: la mayor parte de los que se encontraban ayer en el ambulatorio de Las Fuentes esperando recibir la vacuna superaban dicha edad.

El trasiego de personas que solicitan la vacuna, prosigue, desciende conforme avanzan las semanas. Ayer, doce personas esperaban al otro lado de la consulta de Mainar el pinchazo contra la gripe. Las aglomeraciones, según la sanitaria, terminaron hace tiempo: "Antes se realizaban entre las tres y las cuatro y vacunábamos a 120 personas en una tarde. Pero desde el año pasado cada enfermera vacuna desde su consulta", agilizando, de este modo, el proceso.

Pese a las ventajas de la vacuna y la gratuidad de la misma para la población de edad superior a los 65 años, aún los hay que se niegan a recibirla --el 40% en el curso pasado--. "Hay bastantes mayores que no la quieren. Alegan que nunca se la han puesto, que nunca la han necesitado o que nunca se enfrían", relata Mainar, señalando al mismo tiempo lo difícil de hacerles cambiar de opinión. Minutos antes, en la sala de espera, un mayor contaba que, efectivamente, nunca se pondría la vacuna y que se hallaba allí por otros motivos. "Prefiero que no me pinchen nada si no la necesito", decía con orgullo. A su lado, una señora negaba con la cabeza. "Mejor prevenir que curar", afirmaba. "Vacunarse es efectivo", remata Mainar. "Algunos confunden tener catarros con la gripe, pero si no hubiera vacunas se notaría", sentencia.