Las agresiones registradas en el albergue municipal de Zaragoza han generado una gran preocupación entre los trabajadores del centro, que reclaman más medidas de seguridad. A pesar de los incidentes acumulados en menos de cinco meses, el alcalde, Pedro Santisteve, aseguró que no se trata de un problema de vigilancia. «Se trata de una población en situación de vulnerabilidad y hay que tener en cuenta esas peculiaridades», explicó.

El pasado lunes, un usuario agredió a dos trabajadoras y a otro residente del centro después de que le informaran de que debía abandonar las instalaciones tras aparecer en estado de embriaguez. El 6 de este mismo mes, una mujer fue presuntamente violada y, el 21 de diciembre, otra empleada fue atacada por un usuario en plena noche.

Desde entonces, no se ha aplicado ninguna medida alternativa a pesar de las continuas reclamaciones por parte de las trabajadoras, que aseguran sentirse inseguras con un único puesto de vigilancia, independientemente de que sea permanente.

El alcalde recordó ayer que han incrementado el número de cámaras de vigilancia hasta las 16 por las que los agentes están en «permanente atención», controlando todo lo que sucede en el interior de estas instalaciones.

SIN INFORME / Según el primer edil, «no hay que generar una situación de alarma social» a pesar de las incidencias acumuladas en un corto periodo de tiempo. Reiteró que el número de sucesos graves registrado oscila entre los 14 y 16 anuales, unas cifras que, según insisten desde el área de Derechos Sociales, no son superiores a la de años anteriores aunque, a día de hoy, no se ha presentando ningún informe que lo ratifique.

Precisamente, la concejala del PP Reyes Campillo denunció ayer que la vicealcaldesa, Luisa Broto, todavía no ha entregado el documento sobre las agresiones e incidencias producidas en el albergue. Una vez mes, solicitó «medidas urgentes para garantizar la seguridad de los funcionarios y de los propios usuarios de estas instalaciones».

El alcalde explicó que la reforma que se está planteando en las instalaciones, y que se iniciará el próximo año, paliará tanto los problemas de accesibilidad y privacidad como los de seguridad tan reclamados.

Según el primer edil, la calidad es «encomiable» e insistió en que estos hechos, que para el equipo de Gobierno son aislados, «no se pueden llevar a un problema de seguridad puro y duro», sino que hay que afrontarlos «con la mayor entereza posible», pero considerando que «entra dentro de lo posible» teniendo en cuenta el perfil que acude a estas instalaciones.