—¿Han logrado cumplir con las expectativas que tenían con la puesta en marcha del instituto?

—Sí, hemos conseguido cumplirlas. Hemos superado a otros institutos Confucio en número de matrículas que llevan más tiempo. Son ciudades y universidades de nuestro tamaño o inferior, como León o Granada. Estamos ligeramente por debajo de Valencia, que lleva 10 años, y de Barcelona o Madrid. Estamos contentos para ser el primer año y todas las dificultades administrativas que supone poner en marcha un centro nuevo en una institución pública.

—¿Le ha sorprendido la demanda en alguno de los niveles?

—Sí. Hay españoles adultos con niveles de 5 y 6. Esto no es como tener un C2 en inglés que es relativamente fácil si has estado de Erasmus o trabajando. Tener un 5 o 6 de chino oral y escrito es muy complicado, sobre todo gente que no ha vivido allí o lo ha hecho en estancias cortas. Me ha llamado mucho la atención de que la mayoría de los alumnos nos han dicho que ya era hora de que creáramos un instituto Confucio en Zaragoza.

—¿Por qué cree que se resiste el chino comercial?

—Son cursos a demanda, tal y como nos cuentan otros compañeros de instituto. Retomaremos pronto las conversaciones con la Cámara de Comercio o Cepyme y ellos nos guiarán sobre las necesidades de empresarios aragoneses. Por tanto, a mitad de curso se puede dar la circunstancia de que se forme un grupo.

—¿Es un reto personal?

—Me ha supuesto compatibilizar el vicedecanato de Relaciones Internacionales de la Facultad de Educación con esto. De alguna manera supone un trabajo extra, pero se traduce en resultados cortos de internacionalización de la Universidad de Zaragoza.

—¿Qué opina de la Plataforma Stop Instituto Confucio?

—Es un grupo adscrito a la organización de Falung Gong y, en cualquier caso, muy minoritario.

—¿Qué va a pasar con el chino que se daba en el instituto de Lenguas Modernas?

—En todas las universidades donde se ha creado Confucio el chino de los demás institutos se ha ido integrando. Nuestros títulos sí son reconocidos en el extranjeros de forma oficial.

—¿Echa de menos la política?

—En absoluto. Estoy muy contento y muy feliz. Antes de entrar en política era profesor de Geografía y lo sigo siendo con una vocación que tiene que ver con la proyección internacional.