Dos veces en lista de espera para recibir un hígado, y una recuperación de la hepatitis C de por medio, es lo que ha vivido Javier Arredondo durante los últimos años. Explica que la primera vez que pasó a la lista se debió al diagnóstico por esta enfermedad hepática. Sin emargo, gracias al tratamiento con Sovaldi, que comenzó en diciembre del 2014 y concluyó a finales del 2015, pudo curarse de esta dolencia. «la recuperación fue espectacular», explica, a la vez que detalla que dejó de esperar el órgano porque su hígado «tenía unas condiciones aceptables de funcionar».

Pero en una de las revisiones periódicas para comprobar el estado de su hígado, los médicos le hallaron un tumor que, afortunadamente, pudieron eliminar mediante radifrecuencia. A pesar de que el nódulo estaba erradicado, su aparición en estas circunstancias, detalla, supone casi un 80% de posibilidades de que vuelva a surgir y, entonces, «ya no queda más remedio que acudir al transplante, que es la última opción», sentencia. Por ello, Arredondo volvió a la lista de espera en el mes de enero de este año. Relata que, como su trasplante no es prioritario, recibirá uno «el día que se hayan cubierto las necesidades de los compañeros, si hay un órgano disponible» y mientras no se agrave su situación. Sabe que las expectativas al respecto «son reales», ya que conoce bien este ámbito al pertenecer a la Aetha y acudir en varias ocasiones al hospital a ayudar a los voluntarios.

Él afirma que tiene una buena calidad de vida, aunque «con restricciones» y que se lo toma con menos preocupación que otros casos, ya que sabe de pacientes que si no recibían un órgano en una semana estaba en riesgo su vida. Su situación, indica, es distinta. Y sobre esta espera, sentencia: «Sé que si un día me llaman, tengo que ir. Hay que estar pendiente del móvil siempre y ya está».