El resultado de las elecciones europeas en España supone, sin duda, un poderoso seísmo político que, a diferencia de en Francia, sitúa su epicentro en la izquierda.

La emergencia de un movimiento político organizado de la indignación social del 15-M era previsible, al menos para quienes veníamos sintiéndolo y anunciándolo desde hace tiempo. Sin embargo, la fuerza con la que ha surgido Podemos, no por previsible, ha resultado menos sorprendente.

En Aragón, ya en las anteriores elecciones generales, se explicitó, no solo una creciente demanda de unidad de la izquierda, sino la necesidad de articulación política de miles de personas que vienen vertebrando y promoviendo la movilización ciudadana en sus múltiples frentes. CHA e IU fueron capaces de responder positivamente a esa presión de unidad, pero no supieron, o no pudieron, ir más allá de un acuerdo unitario entre ejecutivas, marginando la opción de promover unas elecciones primarias desde un amplio proceso asambleario de participación ciudadana, por encima de las estructuras partidarias. Aún así, el resultado fue positivo, y ahí tenemos un diputado que no habría sido posible sin ese acuerdo.

Hoy, tras las elecciones europeas, lo más importante no es que Podemos se haya situado en Aragón como la tercera fuerza más votada, sino que el fenómeno se produzca al calor de esa persistente demanda de un frente amplio de la izquierda para confrontar el modelo neoliberal que se impone al calor de la crisis. El hecho de que Pablo Iglesias, en su primera intervención, haya reiterado, sin triunfalismo, que el reto de unidad de la izquierda sigue pendiente, resulta esperanzador. Esperemos que el desbordante entusiasmo del triunfo no se transforme en arrogancia a la hora de afrontar, una vez más, el desafío.

HASTA LA FECHA, Ateneo (en Zaragoza), Ciudadan@s más 4 (en Huesca) y Ciudadan@s por la Unidad de la Izquierda (en Teruel) han venido alimentando con perseverancia, inteligencia y generosa ambición ese proceso de convergencia de la izquierda, con la activa participación de cientos de activistas de los movimientos que, en muchos casos, militan en CHA, IU, Equo, y últimamente en Podemos. Volver a poner en la agenda inmediata, ahora con mucha más fuerza, la perspectiva de unas elecciones primarias que preparen, desde un proceso abierto y asambleario, las próximas elecciones, sean locales y autonómicas o generales, no sólo gana en viabilidad, sino que podría generar un entusiasmo expansivo sin precedentes.

Es comprensible el vértigo que puede generar un proceso de este tipo en las direcciones de CHA y de IU, por no hablar del propio partido socialista, pero el reto que debe abordarse desde la izquierda no es mejorar los próximos resultados electorales de unas u otras siglas, sino acceder al gobierno de las instituciones democráticas con un programa mínimo y una forma nueva de hacer política que permitan cambiar el rumbo marcado por el sistema financiero y los mercados, al amparo de la visión neoliberal imperante hoy en Europa.

En suma, es preciso asumir el reto de hacer posible, a través de las urnas, lo que la sociedad entiende ya como justo y necesario. Esperemos que,unos y otros desde las correspondientes ejecutivas, pero sobre todo los activistas sociales y la gente en general, entendamos que, con estos resultados electorales, el reto se perfila ya como políticamente viable y no simplemente como una utopía deseable.