La desaparición de Chema García Fernández en el valle de Bujaruelo, de la que se han cumplido cinco días, sigue envuelta en el misterio. Ahora ha trascendido que el excursionista, un educador de 36 años residente en Zaragoza, dejó en el albergue donde se alojó la noche del viernes al sábado su teléfono móvil. En muchas partes del valle no hay cobertura, pero el terminal hubiera ayudado sin duda a localizarlo en la red de senderos que cruza esa parte del Pirineo, que en las cotas más altas todavía sigue cubierta de nieve.

Pero quienes le buscan no cejan en su esfuerzo. Ayer mismo, los amigos del desaparecido crearon una cuenta en la que piden ayuda económica para contribuir a los gastos que genere la búsqueda "extraoficial", la que realizan sus familiares y allegados, que están batiendo las partes bajas del valle con la esperanza de hallarlo.

En el dispositivo de búsqueda oficial, por otro lado, participaron ayer alrededor de cien personas, según informó la agencia Efe. A los grupos de rescate de la Guardia Civil, que han desplazado todos sus efectivos a la zona, se sumaron el miércoles especialistas de la Unidad Militar de Emergencias (UME), con una sección dedicada a trabajos de rastreo en grandes extensiones que incluye escaladores, sanitarios, guías caninos y pilotos de drones.

También participan en la búsqueda buceadores de la Guardia Civil, que se han sumergido en pozas del río en busca de indicios, bomberos del Alto Gállego y de la Diputación de Zaragoza, todos apoyados desde el aire por el helicóptero del instituto armado con base en Huesca. Además, el servicio de emergencias del 112 desplazó un camión provisto de un sistema de comunicaciones.

A esta movilización se suma la intensa actividad de familiares y amigos a través de un perfil publicado en Facebook, Buscamos a Chema en Bujaruelo. Una de las entradas en el referido perfil asegura que una familia vio al senderista zaragozano en la zona del conocido puente colgante, extremo que no han podido confirmar los grupos de rescate.