Los trabajadores de Walthon Weir Pacific ganaron ayer una batalla más de la guerra en la que se vieron envueltos hace casi cuatro años y medio, cuando la fábrica de válvulas situada en La Cartuja cerró después de que sus propietarios, los hermanos Arceiz, llevaran a la empresa a un estado de insolvencia en octubre del 2002. Ayer se conoció la sentencia del Juzgado de Instrucción número 7 de Zaragoza que retrotrae la quiebra de la compañía al 31 de diciembre de 1997, cumpliendo la petición de una plantilla convencida de que se manipuló la contabilidad. Aunque puede presentarse recurso, esta decisión es una buena noticia porque supone la liberación de activos correspondientes a la hipoteca --3.600.000 euros-- de los terrenos que ocupa la planta --425.000 metros cuadrados--, lo que acerca la llegada de indemnizaciones a los empleados. El siguiente objetivo es iniciar un nuevo proceso para calificar la quiebra de "fraudulenta".

La Federación del Metal, Construcción y Afines de UGT Aragón valoró positivamente la sentencia. El sindicato asegura que los gestores anteriores tienen responsabilidades, puesto que las últimas cuentas anuales depositadas son las correspondientes a 1998. El capital social de Walthon a 31 de diciembre de 1997 era de 550 millones de pesetas --año en el que declaró unas pérdidas de 2.161,95 millones de pesetas, de las cuales 1.576,21 se registraron como no declaradas en ejercicios anteriores--.

Walthon acumula 300 acreedores y 27,4 millones de euros de deuda, de la que el 40% corresponde a los salarios de los 186 trabajadores. Además, la compañía debe otros 9 millones de euros a la Seguridad Social. El agujero económico que provocó Walthon solo en sus trabajadores asciende a casi once millones de euros (más de 1.700 millones de pesetas), dejando sin empleo a 500 personas, 186 de ellas en la planta zaragozana. La situación sumió en problemas psicológicos a la mayoría de la plantilla, sobre todo al grupo de edad más avanzada, que vio interrumpida su actividad y debía afrontar la enorme dificultad de una reincorporación al mercado laboral. Cada jueves, desde que se inició la crisis, muchos de los afectados se reúnen en la sede de UGT para intentar hallar consuelo en medio de su impotencia. En la asamblea de mañana, los asistentes recibirán una copia de la sentencia conocida ayer para valorarla y seguir planeando la estrategia de actuación.