La prolongada sequía que padece Aragón ha vaciado los embalses de la comunidad y amenazaba con causar estragos en el campo. Pero las tormentas caídas a finales de agosto y principios de septiembre, algunas de las cuales dejaron por encima de los 100 litros por metro cuadrado, han permitido asegurar las cosechas en amplias zonas de la comunidad.

Así ha sucedido, por ejemplo, en Valdejalón. En esta comarca se llegaron a anunciar medidas para limitar el consumo humano de agua debido a que el embalse de La Tranquera, del que se suministra Calatayud, está bajo mínimos, a un 10% de su capacidad total.

Sin embargo, el pasado 29 de agosto llovió intensamente en la zona y, súbitamente, el caudal creció de forma apreciable en el río Jalón, lo que dio un respiro a los agricultores.

Con todo, la sequía se deja sentir en los frutos. «Este año, la manzana tardía podría tener más calibre, pero la falta de agua le ha afectado», señala Vicente López Gil, fruticultor en La Almunia de Doña Godina y representante de la Unión de Agricultores y Ganaderos de Aragón (UAGA). Y, al igual que la fruta, también se ven afectados la alfalfa y el maíz.

La sequía ha tenido asimismo una gran incidencia en las Cinco Villas, en particular en las zonas medias y bajas de la comarca, donde las cosechas de cereales han sufrido mermas. «La falta de lluvia, unida al calor extremo del mes de junio, ha afectado a las plantas y ha bajado el rendimiento hasta un 30% en el caso del cereal de regadío», apunta Eduardo Navarro, también perteneciente a UAGA.

MENOS UVA

Esta situación, unida a los bajos precios que alcanza el maíz en la actualidad, está haciendo que los agricultores cambien de cultivo, apunta Navarro.

La sequía se empezó a fraguar ya el pasado invierno, en especial en la margen derecha del Ebro, según señala José Manuel Penella, responsable de UAGA. Sin embargo, explica que los últimos episodios de lluvias han aliviado la situación creada durante el primer semestre del año y pueden salvar las cosechas de girasol, almendras y olivas.

«Había miedo a que no se abriera la almendra, pero la lluvia caída in extremis la ha salvado», aseguró. En cambio, en el caso de la uva, ya se da por hecho que la cosecha será un 30% inferior a la del año anterior, «sin que ello afecte a la calidad».

Otra característica del año climático es que las elevadas temperaturas de junio, impropias para la época, aceleraron el proceso de maduración de las plantas, que ahora van adelantadas, indica Penella.

Se trata, en cualquier caso, de una sequía generalizada que ha afectado incluso al Pirineo. Hasta el punto, señala el máximo responsable de UAGA, de que este año se adelantará la vuelta de los rebaños trashumantes que suben a pastar a los puertos.

Con todo, las cifras facilitadas por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) sobre la situación de los embalses pone de manifiesto que no es el peor año del siglo en materia de reservas. En estos momentos los embalses retienen 3.626 hectómetros cúbicos, lo que representa el 48,4% de la capacidad total de la cuenca.

En la misma semana del 2016, la situación era de 4.111 hectómetros cúbicos y el 54,8% del total. Además, el promedio de los años 2010 al 2016 se sitúa en 4.475 hectómetros cúbicos.

Sin embargo, el punto más bajo se alcanzó en el 2012, cuando en la primera semana de septiembre había almacenados 3.092 hectómetros cúbicos en todos los embalses de la cuenca con capacidad a partir de 4,5 hectómetros cúbicos.