El modelo de la bicicleta pública está en crisis en toda España. Todas las grandes ciudades que lo tienen están repensando el sistema de cara al futuro y las cifras ya no son las que eran en su irrupción en la escena urbana. Pedalear se ha convertido, sin ninguna duda, en un medio alternativo de transporte tan válido para el ciudadano como el autobús o el tranvía para ir a estudiar o a trabajar. pero no está tan claro que eso se deba a la red de estaciones o de bicicletas de titularidad municipal. Hay un importante volumen de ciclistas que se desplazan en una propia, privada, que no entra en las estadísticas y solo existen estimaciones. No así en el caso del servicio Bizi, que sí las tiene, y que dicen que, por ejemplo, el último año, el 2016, se cerró con 2,1 millones de usos y 25.800 abonados.

Prácticamente calca los datos del año anterior y se mantiene estancado a un 30% menos de los 3,2 millones de desplazamientos que llegó a alcanzar en la capital aragonesa al tercer año de su puesta en funcionamiento. Entonces también se hablaba de su ampliación, como ahora, pero en buena medida porque las expectativas se habían superado con creces y todos los distritos pedían cobertura del sistema público de bicicletas.

SIN ESPERAS

No hace tanto tiempo que el número de abonados eran 39.900 y había lista de espera que llegó a contabilizar más de 10.000 inscritos a la espera de un abono. Hoy la cifra ha caído en picado, está a un 35% de alcanzar su capacidad límite permitida por la concesión. Con 130 estaciones y 1.300 bicicletas circulando, los motivos que se pueden encontrar son múltiples.

En el caso de Zaragoza, supuso un antes y un después las sentencias que obligaban a eliminar de la ordenanza que regula su circulación todo el articulado referido a la posibilidad de ir por las aceras. Derivó en miedo a compartir la calzada con los vehículos a motor y en confusión cuando se introdujo la posibilidad de añadir algunas calles peatonales pero de acceso restringido para incluir a los ciclistas en la excepción que gozan los residentes para acceder a garajes o la carga y descarga.

Pero sigue la discusión sobre qué calles son y deberían ser. La señalización en algunas de ellas se ha visto contrarrestada con fallos judiciales que obligarían a retirarlas y todavía hoy no es posible consultar un mapa donde aparezcan todas ellas, que poder consultar para trazar una ruta.

Si al menos estuviera ya el nuevo Reglamento de Cicrculación... Su retraso está lastrando el avance de la bicicleta en todas las ciudades. Y, curiosamente, uno de los más críticos con esa demora era el que hoy es ministro de Fomento, el exalcalde de Santander Ínigo de la Serna.