Desde hace dos milenios, el cauce del Huerva se ha ido reduciendo poco a poco, elevando sus orillas y encajonándolo. Primero para hacer huertos en sus riberas, luego para proteger estos de las riadas, después para levantar cobertizos agrícolas que se convirtieron en naves industriales y, por último, para la construcción de viviendas.

Hasta hace pocos años, el río fue el gran colector zaragozano y de las industrias de sus riberas. Los proyectos para cubrir el Huerva a su paso por la plaza Paraíso comenzaron en 1844. Las obras dejaron al río definitivamente aislado y casi canalizado. La disyuntiva fue seguir con un río semicanalizado y que discurría a gran profundidad o cubrirlo y aprovechar el escaso cauce que aún mantenía para hacer la Gran Vía.

El Huerva comenzó a cubrirse en 1924. Los últimos tramos se taparon entre 1969 y 1970 en la zona del paseo la Mina y Corazonistas. El río actual fue el resultado de siglos de maltrato y presión. Es la muestra viva de cómo la codicia privada y la cobardía municipal nos dejan sin ríos públicos y debe ser el ejemplo de lo que no debemos consentir, pero seguimos tolerando.

Aún a sabiendas de que sea impopular, creo que se debería hormigonar la solera del cauce cubierto, para así prevenir gravísimos problemas futuros, no sólo porque las aguas puedan descalzar un tramo del muro o incluso derribar algún edificio colindante sino porque así la capacidad de desagüe aumentaría notablemente. Si hemos convertido al río en una alcantarilla, debemos asumirlo. No hagamos como con todo, que lo dejamos a medias. No cabe duda de que la solución actual no es buena, pero aún sería peor dejar el Huerva al descubierto, arriesgándonos a verlo discurrir por paseo Independencia en una riada.

Ahora bien, si queremos gestar algo realmente impactante y ambicioso, podíamos ir pensando en desviar el Huerva desde la Fuente de la Junquera La Cartuja mediante un túnel y un canal. Unos ocho kilómetros de obra para liberar a Zaragoza del Huerva y sus riesgos. Su cauce abandonado podría albergar un parque lineal una vez elevado éste al nivel de la calzada. A la vez se eliminarían los malos olores veraniegos y liberaría un precioso espacio público en el centro de la ciudad.