Los siete miembros del clan Zapato Veloz investigados por extorsionar al cura de Borja, Florencio Garcés, no irán al banquillo porque el párroco no quiere. Así lo pone de manifesto el auto de la jueza encargada del caso, Nieves Pérez, en el que sobresee la causa por extorsión y pertenencia a grupo criminal contra los Carbonell, con fecha de ayer.

El documento exhibe la ingente cantidad de pruebas que la Guardia Civil ha ido acumulando. Pero recuerda que, según el principio acusatorio que rige en el derecho penal, no se puede mantener la causa si no hay nadie que acuse. El presunto afectado se niega a hacerlo, y la Fiscalía, cuya figura "resulta esencial", ante esta negativa, también. Pese a "todos los indicios de delito" y pese a ser este de carácter público.

Según recuerda la jueza, la llamada operación Espino surgió a raíz de la investigación a Mosén Florencio por apropiación indebida, al haber desaparecido de las cuentas de la parroquia más de 150.000 euros. El inicial testigo protegido fue quien puso a la Guardia Civil tras la pista de la extorsión al párroco, con unas supuestas fotos comprometidas. Rafael Gracia, fue recientemente condenado por calumnias a la Benemérita, a la que acusó falsamente de presionarle.

Siguiendo la pista, repasa la jueza, los investigadores descubrieron conversaciones de WhatsApp entre los siete familiares y con sus abogados en las que se mostraban preocupados por la investigación y por las conversaciones que habían mantenido con número oculto con mosén Florencio. Hallaron también fotografías que mostraban a los imputados con grandes cantidades de dinero y lujos, impropios de su situación --en paro, viviendo de ayudas--, en la época en la que el cura sacaba el dinero.

El análisis del tráfico de llamadas recibidas por Garcés, desde móviles del clan o cabinas, revela una actitud "insistente, posiblemente agobiante" de los ya no imputados. Tras las llamadas llegaban las "incesantes extracciones de dinero" con una "relación de causalidad". Además, sus allegados lo encontraban "asustado" tras las llamadas y visitas de la matriarca. Incluso mostró a su familia cardenales en el brazo causados por ellos.

Pero el cura negó que le hubieran amenazado, pegado o extorsionado. Y con ello, y la aquiescencia de la fiscala, se zanja el tema en el juzgado.