R espeto y recogimiento en la salida de la cofradía del Descendimiento de la Cruz y Lágrimas de Nuestra Señora del colegio del Salvador de los padres jesuitas. Sobre una tenue luz, los hábitos morados y los alargados capirotes blancos dibujaron una bella estampa durante la formación de la marcha frente a la peana. Entre el numeroso público congregado, respetuoso silencio y destellos de flashes para inmortalizar cada detalle.

Sobre una base rítmica muy suave, la procesión fue estirándose sobre la explanada del colegio para escuchar una jota y la predicación de la primera lágrima, a cargo del director del centro, Andrés García Inda, quien destacó "la piedad del silencio ante la figura de la Virgen de las Lágrimas, una mujer que llora un dolor inmenso", resaltó. La procesión salió por Gonzalo Calamita camino de Isabel la Católica y la rampa del Servet se convirtió en una tribuna de privilegio para contemplar la marcha.

Ya de madrugada, la cuarta lágrima fue predicada por el provincial de los Jesuitas en Aragón, Valencia y Baleares, Vicente Durá a la altura del número 42 del Coso, lugar de la casa natal de San José de Pignatelli, quien junto al Papa Pío VII, contribuyó a la restauración de la Compañía de Jesús, hace ahora 200 años.

En cuanto al resto de procesiones, los cofrades del Cristo Abrazado a la Cruz y de la Verónica partieron de la iglesia del Carmen con sus túnicas blancas camino de San Cayetano. La cofradía de la Institución de la Sagrada Eucaristía exhibió su Vía Crucis Penitencial en el Perpetuo Socorro. Del Portillo partió la cofradía de Nuestro Señor en la Oración del Huerto, que procesionó su imagen de María Santísima de la Confortación. La cofradía de Nuestra Señora de la Piedad portó su peana del Cristo del Refugio y la Cofradía de la Crucifixión del Señor realizó su Vía Crucis hasta la iglesia de Santa Isabel de Portugal.